En más de una ocasión hemos tenido que estudiar algo que no nos interesaba lo más mínimo, por el único hecho de tener que examinarnos. Cuándo la materia a estudiar nos despertaba cierto interés, su estudio nos resultaba mucho más ameno, por no decir que incluso llegamos a expandir conceptos por pura curiosidad.
Con el fin de descubrir que se encuentra detrás de esta lógica, un estudio publicado en la revista Neuron se ha encargado de destapar qué ocurre en nuestro cerebro cuándo la curiosidad sale a flote.
A más curiosidad sobre un tema, más fácil lo aprendemos
Para el estudio, se midió la curiosidad de los participantes en base a una serie de preguntas del trivial. Cuándo después se les preguntaba una cuestión determinada, tardaban unos 14 segundos antes de dar una respuesta, mientras ponían una cara sin expresión alguna.
Posteriormente, se les realizó un prueba de memoria para el reconocimiento de las caras que presentaron, seguida de un test de memoria para las preguntas realizadas. Durante todo este proceso, los cerebros de los participantes estaban siendo escaneados mediante imágenes de resonancia magnética funcional.
Como se esperaba, los participantes respondían en menos tiempo y de manera más acertada las preguntas por las que sentían cierta curiosidad, y para asombro de los investigadores, una vez despertada la curiosidad en los participantes, se presentó una mejora del aprendizaje en cosas que no tenían relación alguna con lo anterior. El Dr. Gruber, de la Universidad de California en Davis comenta:
“La curiosidad puede poner nuestro cerebro en un estado que nos permita aprender y retener cualquier tipo de información, como un vórtice que absorbe todo lo que estés motivado para aprender, y todo lo que le rodee”
A la par de esta información, se observó que en las imágenes del cerebro de los participantes existía una actividad mayor en el hipocampo durante la etapa de curiosidad y en el circuito de recompensas, fomentando la creación de dopamina.
En definitiva, conocer como curiosidad y aprendizaje actúan en nuestro cerebro no es solo interesante para el campo de la neurociencia, pues a niveles biológicos, controlar los niveles de dopamina podría ser vital para el aprendizaje de las futuras generaciones.
Fuente | Science Daily