El mundo de la astronomía está de enhorabuena esta semana: y es que con la ayuda del VLT (Very Large Telescope) situado en Chile se ha conseguido descubrir lo que podría tratarse del exoplaneta más pequeño localizado hasta la fecha.
La proeza no está únicamente en el tamaño del exoplaneta, sino también en el hecho de que se lo ha conseguido ver directamente, capturando una imagen suya. Hasta la fecha, la mayoría de descubrimientos de este tipo se hacen de forma indirecta, como por ejemplo observando que el brillo de una estrella disminuye periódicamente (lo hace en los momentos en los que el exoplaneta que la orbita pasa por delante).
“Obtener imágenes directas de planetas conlleva un reto tecnológico extremo que requiere de los más avanzados instrumentos, ya sean basados en tierra o en el espacio. Hasta ahora solo se han observado directamente unos pocos planetas, haciendo que cada uno de los descubrimientos se convierta en un importante hito en el camino para comprender qué es un planeta gigante y cómo se forma” explica Julien Rameau, del Instituto de Planetología y Astrofísica de Grenoble
Para observar el planeta, el equipo utilizó uno de los instrumentos que tienen instalados en el VLT, que les permite eliminar la mayor parte de efectos borrosos de la atmósfera y, por tanto, obtener imágenes muy nítidas. Además se utilizó el rango infrarrojo de la luz y una técnica conocida como de imagen diferencial, que permite mejorar el contraste entre el planeta a observar y la estrella alrededor de la cual orbita, que en este caso es la joven HD 95086.
Esta estrella se encuentra aproximadamente a 300 millones de años luz de nosotros. Es un poco menos masiva que el Sol y la rodea un disco de escombros, detalles que hicieron que los astrónomos la tuvieran muy en cuenta como posible “hogar” de exoplanetas (y, evidentemente, el tiempo les ha dado la razón).
El planeta descubierto, conocido como HD 95086b, orbita alrededor de dicha estrella a una distancia 56 veces superior a la que separa el Sol y la Tierra, y por el brillo que se le aprecia parece tener una masa aproximada de unas cuatro o cinco veces la del gigante de nuestro sistema, Júpiter. Además según explica Gaël Chauvin, uno de los miembros del equipo que ha realizado el descubrimiento, podría tener una temperatura de unos 700 grados centígrados, lo que lo haría lo suficientemente frío como para que en su superficie puedan acumularse vapor de agua y metano, convirtiéndolo en un planeta muy interesante para estudios futuros.
Fuente: ESO