Por fin se ha descubierto el primer planeta que es parecido en cuanto a composición y tamaño a la Tierra. Se denomina Kepler-78b y se encuentra a unos 400 años luz de distancia; dicho en otras palabras, la luz tarda en recorrer ese trayecto 400 años. Si tenemos en cuenta que se localiza en nuestro “vecindario”, nos podemos hacer una idea de lo inmenso que es el universo.
El planeta está tan lejos que es imposible detectarlo directamente con los telescopios más potentes. Como su luz es muy tenue y se encuentra eclipsado por su estrella, es necesario recurrir a otras técnicas novedosas que han permitido detectar planetas muy distantes de forma indirecta. De hecho, hasta hace poco se creía que sería imposible detectar planetas que orbitaran otras estrellas distintas del Sol. Actualmente, la realidad es bien distinta.
Así pues, para detectar el planeta y medir sus características, se ha necesitado la colaboración de tres telescopios: uno espacial y dos terrestres. El telescopio espacial Kepler captó un característico oscurecimiento de la estrella Kepler-78, la estrella anfitriona del planeta que es ligeramente más pequeña y menos masiva que el Sol. Este evento permitió calcular el tamaño del objeto que había pasado por delante de ella; de esta manera, se calculó que el planeta es un 20% más grande que la Tierra.
Por otro lado, los observatorios Keck en Hawaii y Roque de los Muchachos en Canarias midieron pequeñas oscilaciones que el planeta provoca en la posición de la estrella por el efecto de la gravedad. Aunque a veces se nos olvide, los planetas también tiran de su estrella anfitriona, y estos tirones se pueden medir para determinar finalmente la masa del planeta. Así fue como se descubrió que Kepler-78b es un 70% más masivo que la Tierra.
En definitiva, tenemos la masa del planeta y su tamaño, por lo que se puede averiguar su densidad y, por tanto, hallar su composición. Los científicos descubrieron que la densidad de Kepler-78b es similar al de la Tierra, por lo que debe de estar compuesto por hierro y roca al igual que nuestro planeta. Estos resultados, que fueron publicados en Nature, han convertido a Kepler-78b en el primer planeta similar a la Tierra.
No obstante, el planeta está demasiado caliente como para albergar agua en estado líquido o cualquier otra esperanza de vida extraterrestre. Si el planeta Tierra necesita 365 días para dar una vuelta alrededor del Sol, Kepler-78b necesita -redoble de tambores-… ¡8 horas y media! Esto significa que está muy cerca de su estrella para dar una vuelta en tan poco tiempo, así que ya os podéis imaginar cuán caliente se encuentra nuestro gemelo, con una temperatura estimada en su lado diurno de 2.000 a 2.800 grados centígrados. Sin duda estamos ante una bola de fuego.
Cabe destacar que con este nuevo hallazgo ya van cerca de 1.000 planetas descubiertos fuera de nuestro sistema solar, lo cual nos indica que los planetas no son para nada algo exótico, sino que abundan en el universo. Además, Kepler-78b es otro de los muchos planetas que “no deberían existir” puesto que no encaja con los modelos de formación de planetas y sistemas estelares que siguen vigentes en la actualidad, de ahí que suponga un verdadero quebradero de cabeza para los científicos en estos momentos. Ésta es otra demostración más de nuestra profunda ignorancia acerca de los muchos sucesos extraños que ocurren en el universo.
Fuente: NASA