La búsqueda de la eterna juventud, o simplemente de la larga vida pudiendo superar la ansiada barrera de los 100 años, cada vez parece más factible. Bajo mi experiencia personal como médico no lo veo tan factible, ya que a partir de los 70-80 años existe un claro “agotamiento biológico” donde nuestro organismo no da más de sí a pesar de que le obliguemos a vivir más años: Más edad, con menos calidad de vida, no vale la pena.
Ahora bien, si consiguiésemos mantener la calidad de vida durante muchos más años, las cosas serían diferentes, como bien saben en Japón (país donde más individuos mayores de 100 años existen).
La duda planteada ahora, gracias a un reciente trabajo de la Universidad de Stanford, es… ¿y si la clave estuviese en la genética?
Los cuatro genes responsables de la vida más allá de los 100 años
Según el reciente estudio, la clave de todo este proceso de longevidad se concentraría en tan solo cuatro genes, los cuales tan solo parecen encontrarse en un pequeño grupo de personas. Al menos esa es la conclusión extraída tras estudiar el genoma de ancianos de más de 100 años, los cuales tenían en común dichos genes de forma significativa.
En investigaciones anteriores ya se habían estudiado variaciones genéticas asociadas a la larga vida, donde destacaba el gen APEO, pero sin llegar a resultados concluyentes. El pasado año también se publicó un estudio donde se analizó a 17 ancianos de más de 110 años, cuyos resultados tampoco explicaban claramente dicha longevidad.
Esta vez el estudio ha podido investigar a 800 individuos mayores de 100 años y a 4.500 personas de más de 95 años, que ahí es nada. Y esta vez no se estudió el genoma completo, sino solo los genes asociados al desarrollo de enfermedades. Y, ¡sorpresa!, existían variantes específicas de cuatro genes que aumentaban la probabilidad de llegar a una esperanza de vida avanzada. Es decir, que disminuían el riesgo de desarrollar enfermedades, lo que en consecuencia podía dar pie a superar los 100 años con mayor facilidad.
Resultados significativos por todo el mundo
Pero aquí no acaba todo. Resulta que los 800 individuos centenarios estudiados procedían de diferentes partes del mundo: Desde Estados Unidos hasta Italia. Esto nos indicaría que los genes de la longevidad no se encuentran en una población determinada, sino dispersos por el planeta.
Conocer esto no solo nos ayudará a llegar a vivir más de 100 años, sino que nos servirá para establecer las causas por las cuales envejecemos, una de las dudas que más quebraderos de cabeza ha ocasionado a los científicos hasta la fecha.
Ahora bien, y como ya he indicado al principio: ¿Valdrá la pena superar el límite de los 100 años a pesar de todo? ¿O primaremos la calidad de vida a la cantidad de años vividos? Realmente deberíamos plantearnos seriamente si queremos ser centenarios o supercentenarios, y el precio que esto conllevaría.
Vía | BBC.