La fructosa aumenta el antojo de comida basura

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Tanto la glucosa como la fructosa son azúcares muy presentes en los diferentes alimentos que componen nuestra dieta. Pese a que contienen la misma cantidad de calorías, el efecto que producen en nuestro organismo es totalmente distinto.

Un estudio reciente ha demostrado que el consumo de fructosa aumenta la sensibilidad del cerebro hacia imágenes de alimentos grasos (generalmente comida basura), aumentando la ansiedad, hasta el punto de llevar a una persona a consumir más calorías de las que necesita en dicho momento.

Engañando al cerebro

cerebro

Los investigadores reunieron un total de 24 personas, en las que se realizó una serie de pruebas con el fin de determinar los diferentes efectos de la glucosa y fructosa en el organismo. A los primeros voluntarios se les pidió que evaluaran en una escala del 1 al 10 las ganas de comer que tenía. Posteriormente, se les ofreció un vaso con una bebida con sabor a cereza, endulzada con glucosa o fructosa.

Tras ello, se les presentó una serie de imágenes, algunas relacionadas con comida, mientras se les medía la actividad cerebral mediante imágenes de resonancia magnética (IRM). Se les tomó muestras de sangre y respondieron también a la pregunta de ‘¿Comerías algo ahora o elegirías tener una recompensa monetaria un mes más tarde?’

Los resultados mostraron que cuándo los voluntarios que tomaron la bebida con fructosa veían imágenes de comida, la actividad en su cortex visual aumentaba mucho más que en los que consumieron glucosa. Además, una región del cerebro que juega un papel crucial en el procesamiento de recompensas estaba también más activa.

Y no solo eso, los que consumieron glucosa eran más propensos a elegir la comida en el momento a la recompensa monetaria.

Alerta fructosa

Azucar en bebidas

Muchos de los refrescos que tenemos al alcance de la mano contienen una peligrosa cantidad de fructosa. Cuándo consumimos fructosa, el mecanismo que emplea nuestro organismo para metabolizarlo es distinto al de la glucosa. Y se comprobó con las muestras de sangre de los voluntarios que mostraban un menor nivel de insulina en los que tomaron fructosa.

La insulina secretada por el páncreas no solo abastetece nuestras células, sino que manda una señal al cerebro que le informa de que estamos llenos. La explosiva combinación de comida basura y refrescos con fructosa es suficiente para concienciarnos de una población con un índice de sobrepeso y obesidad cada vez mayor, así que evitad en la medida de lo posible esta combinación y ajustad vuestra dieta con actividad física moderada.

Fuente | NCBI

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