La teoría es conocida por todo el mundo: las abejas recogen el néctar de las flores y a cambio llevan el polen de flor en flor ayudando a su reproducción. Pero hay detalles en este proceso que no están del todo claros, por ejemplo, si observamos un enjambre de abejas en el campo veremos que las flores con más néctar son más visitadas por las abejas aunque sean muy parecidas entre ellas, pero ¿cómo distinguen las abejas que flor lleva néctar y cual no?.
Las abejas han desarrollado diferentes sentidos a lo largo de la evolución con este objetivo. Hay que tener en cuenta que distinguir rápidamente que flores son más útiles ayuda a que el proceso de recogida de néctar sea mas rápido ahorrando energía y riesgos. Se sabe que las abejas distinguen muchos factores en las flores por las que vuela, como el color de la flor, su fragancia o la humedad del aire de alrededor. Con estos parámetros la abeja puede ahorrarse la visita a flores vacías y centrarse en las “buenas”.
Recientemente el equipo de Daniel Robert de la Universidad de Bristol ha descubierto un sentido de las abejas sorprendente: son capaces de distinguir los campos eléctricos de las flores.
Que un animal tenga la capacidad de sentir campos eléctricos y magnéticos no es excesivamente raro en la naturaleza, ya se había comprobado que los tiburones usan este sentido para detectar contracciones musculares en animales escondidos bajo la tierra, y se cree que algunas aves son capaces de orientarse durante largos recorridos sintiendo el campo magnético terrestre.
Si frotamos un globo contra un jersey de lana, éste queda cargado eléctricamente y puede atraer a otras partículas pequeñas de carga neutra (como nuestro pelo o trocitos de papel). De igual manera se sabe que las abejas están cargadas eléctricamente con carga positiva gracias al movimiento rápido de sus alas, permitiéndole recoger el polen de la flor mediante electricidad estática.
Pero hay mucha más información detrás de este proceso. Cuando la abeja aterriza en una flor, ésta adquiere parte de la carga positiva de la abeja y permanece ligeramente cargada durante un tiempo que oscila entre minutos y horas. Esto deja una huella temporal en la flor que indica una visita, por lo que las flores con más néctar y más visitadas tendrán una carga eléctrica superior a las flores menos visitadas. Las abejas poseen la capacidad de distinguir estas cargas eléctricas y seleccionar en pleno vuelo las mejores flores.
Para comprobarlo, los investigadores crearon flores eléctricas artificiales, capaces de crear su propio campo eléctrico. A las flores con carga eléctrica positiva se les añadía un poco de azúcar, y a las de carga neutra se les añadía una mezcla más ácida. Las abejas aterrizaban más a menudo a las flores con recompensa pero eso podía deberse tanto al olfato como al campo eléctrico. Cuando “apagaron” el campo eléctrico de las flores artificiales las abejas no sabían reconocer entre las flores con azúcar y las que no tenían, a pesar de que el sentido del olfato debía funcionar igual.
Esto demuestra que las abejas son capaces de sentir el campo eléctrico de las flores, incluso por encima de otros sentidos como el olfato. No se sabía nada sobre este fenómeno y abre un nuevo campo de estudio en los insectos voladores, ya que se piensa que este sentido eléctrico también estaría presente en polillas o mariposas.
Las flores son muy sensibles a la electricidad estática, si te acercas a oler una flor su carga eléctrica cambia. La contaminación también afecta a su carga y se plantea la posibilidad de que estos cambios desorienten a las abejas y sean una de las causas de su desaparición. Hay que seguir investigando.
Fuente | Nature
Imagen | Discovery News