El envejecimiento es algo inevitable. Toda célula tiene programada su muerte, para dejar sitio a una nueva célula funcional que la sustituirá en tarea. Así se estable un equilibrio entre células que sufren apóptosis (suicidio celular), y células que son generadas. Con la edad, esta maquinaría funciona de manera menos precisa. Algunas células logran evadir su fecha de caducidad, convirtiéndose en células que podrán crecer descontroladamente y que conoceríamos como tumores.
Mantener bajo control las divisiones y la ‘caducidad’ de nuestras células, son las claves para mantenernos física y fisiológicamente jóvenes. Pero todo no es más que ciencia ficción, o eso creíamos.
Un grupo de investigadores del Salk Institute han diseñado un fármaco experimental para tratar el Alzheimer, con un efecto inesperado: reducir los efectos del envejecimiento en animales.
¡ Eureka !
El fármaco, conocido como J147, buscaba combatir el Alzheimer de una forma diferente al resto de fármacos que trataban esta enfermedad. El objetivo era paliar con el mayor factor de riesgo del Alzheimer: la edad. En su trabajo, el equipo demostró que el candidato trabajaba bien en un modelo de ratón no usado comúnmente en el estudio de esta enfermedad. Cuándo se trató a los ratones con J147, se mostró una clara mejoría en la memoria y la capacidad cognitiva, los vasos sanguíneos se encontraban en mejor estado en el cerebro y se mejoraron otras condiciones fisiológicas.
En la imagen de la derecha, se encuentra un ratón con la misma edad que el de la imagen previa, pero que fue tratado con este fármaco.
El fármaco podría hacer frente a una gran variedad de enfermedades degenerativas
El Alzheimer es el causante de un tercio de las muertes que ocurren al año en Estados Unidos, y afecta a más de 5 millones de americanos. Además, su estado previo, la demencia, condiciona enormemente la vida del paciente y supone un gran gasto tanto a la comunidad médica como social.
La gran mayoría de fármacos experimentales diseñados para combatir el Alzheimer, tenían como objetivo la acumulación de placas amiloides en el cerebro. Sin embargo, el fármaco diseñado por el profesor David Shubert, del Cellular Neurobiology Laboratory en Salk, tiene un objetivo completamente distinto: tratar las toxinas asociadas con el envejecimiento en el cerebro.
Además del efecto observado retrasando el envejecimiento, se encontró que los ratones utilizados durante el experimento y que recibieron J147 mostraron unos vasos sanguíneos más robustos y sanos en el cerebro. Esto coge más sentido cuando conocemos que existe una relación entre el daño de los vasos sanguíneos en el cerebro, y la aparición del Alzheimer.
Los resultados son prometedores, y seguros. Schubert asegura que se comenzará experimentando en humanos en menos de 1 año, y esperemos que para entonces, podamos ponerle fin a esta enfermedad.
Fuente | Salk