Seguro que últimamente os ha llegado a través de las redes sociales la trágica noticia de los plátanos contaminados con SIDA. Algún desalmado se ha dedicado a inyectar con sangre infectada remesas y remesas de la deliciosa fruta esperando que unos cuantos pobres inocentes la ingieran y se contagien. Por suerte, estos plátanos muestran unas manchas rojas características que ayudan a reconocerlos y, por eso, algún benefactor anónimo escribió la noticia desinteresadamente para que seamos precavidos y estemos atentos. Curiosamente, el ser despiadado que ha inyectado el plátano lo hizo anteriormente con naranjas, pero es posible que lo pillaran y por eso decidiera cambiar de vehículo. Como veis, la historia no se sostiene demasiado, pero como aquí estamos para hablar de ciencia, os vamos a contar las causas científicas por las que no debéis hacer ni caso al bulo de los plátanos infectados.
¿Por qué no puede ser verdad?
En primer lugar, resulta difícil imaginar a alguien dedicándose a inyectar cientos y cientos de plátanos, sin más propósito que el de hacer daño. Pero supongamos que es cierto. ¿Podríamos contagiarnos si se diera el caso? El virus del SIDA puede permanecer viable hasta unas horas fuera del hospedador, pero siempre que las condiciones externas sean similares a las de éste. Las condiciones de un plátano no parecen ser muy parecidas y, aunque lo fueran, hasta que los plátanos llegaran a comercializarse habría pasado un tiempo demasiado grande. Por otro lado, la vía de transmisión de este virus es a través de la puesta en contacto de fluidos como la sangre, el semen o los fluidos vaginales. No puede transmitirse a través de su ingesta y, además, en caso de llegar hasta los jugos gástricos, sería destruido por ellos.
Por lo tanto, científicamente, contagiarse de SIDA comiendo estos plátanos sería totalmente imposible.
La paradoja de la fruta seleccionada
Curiosamente, entre todas las frutas que el creador podría haber elegido para sustituir a la naranja, tomó una que; no sólo no nos perjudica, sino que además ha sido objeto de algunos estudios en busca de la cura del SIDA. Esto es así por la presencia de lectinas, unas proteínas capaces de unirse a algunos virus y bacterias para evitar que se adhieran a las células de su hospedador. Según investigadores de la Universidad de Michigan, el virus del VIH posee una proteína en su envoltura llamada gp120, que es susceptible de unirse a las lectinas, por lo que podría sentar las bases de un tratamiento inhibitorio del SIDA.
Por lo tanto, si alguien os manda el artículo de los terribles plátanos de manchas rojas, contestadles con éste. No dejéis que os engañen.