Diferencias entre el llamado Síndrome Postvacacional y la Depresión Estacional


Todos los años por estas fechas, en algún telediario se dedica un tiempo a hablar del llamado Sindrome Postvacacional que a veces erróneamente se denomina DEPRESIÓN postvacacional. Es impotante distinguir entre lo que es verdaderamente una depresión y este síndrome, ya que mientras que la primera conlleva cierta gravedad, afectación importante del funcionamiento psicosocial y mejora con tratamiento psicológico y farmacológico, el sindorme postvacacional es una reacción normal y adaptativa desencadenada por la vuelta a la rutina. En ningún caso supone un diagnóstico ni se ha reconocido como tal, por lo que no es necesario un tratamiento.

¿Que es el Síndrome postvacacional?

Se han descrito una serie de síntomas NORMALES de tipo físico como somnolencia, cansancio, dolores de cabeza y musculares, falta de apetito, sensación de falta de aire, taquicardia, alteraciones del sueño y molestias gastrointestinales. Los síntomas psicológicos pueden ser sensaciones como nerviosismo, irritabilidad, falta de interés y tristeza.

Como podemos imaginar, viene desencadenado por el fin de las vacaciones y la vuelta a la rutina. Un cambio natural y cotidiano al que nos adaptamos con menor o mayor rapidez. Puede afectar especialmente en los casos en que existe un malestar importante con la actividad laboral que se realiza, lo que impide desconectar con las actividades laborales durante el periodo vacacional, y mientras, la sensación de rechazo se consolida, afectando negativamente al rendimiento laboral.

¿Qué es la Depresión Estacional?

Existen varios tipos y clasificaciones de la depresión. Una de ellas es la que atiende a su patrón estacional. Se trata de una depresión estacional cuando se dan varios episodios depresivos recurrentes cuyo inicio y remisión se dan en una determinada época del año. En la mayoría de los casos los episodios empiezan en el otoño o el invierno y remiten en primavera. Con menor frecuencia, pueden presentarse episodios depresivos y recaídas en verano. Este tipo de depresión no es aplicable en las situaciones en las que el patrón se puede explicar por factores estresantes psicosociales ligados a la estacionalidad (p. ej., desempleo estacional). Además de los síntomas clave de la depresión, como son un estado de ánimo depresivo, la pérdida de interés o de la capacidad disfrutar y su mantenimiento durante más de dos meses, la depresión estacional posee características específicas:

  • Importante anergia (falta de energía).

  • Hipersomnia e hiperfagia (exceso de sueño y apetito).

  • Aumento de peso y deseo de consumir hidratos de carbono.

La prevalencia del patrón estacional de tipo invierno parece variar según la latitud, la edad y el sexo. La prevalencia aumenta en las latitudes más altas. La edad también es un fuerte predictor de estacionalidad, de forma que los más jóvenes tienen más riesgo para experimentar los episodios depresivos invernales. Las mujeres suponen el 60-90 % de las personas con patrón estacional, pero no está claro que el sexo femenino sea un factor de riesgo específico mayor que el riesgo asociado al trastorno depresivo mayor recidivante.

Entre las principales causas, se señala la menor cantidad de horas de exposición de sol en invierno y disminución de los niveles de serotonina. Por ello la luminoterapia o fototerapia es un tratamiento recomendado en estos casos.

Seamos prudentes con hacer una enfermedad de algo que no lo es y ¡ánimo con la vuelta al cole!

 

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