El alcohol es conocido por afectar a uno de los grandes e importantes órganos de nuestro cuerpo: El hígado. A pesar de esto, no es el único afectado por nuestros excesos con esta droga legal, y es que el cerebro también es otro de los grandes perjudicados.
Ahora bien, ¿y si el alcohol, por si solo, no fuese el causante de todos los daños que podemos ver en el hígado? ¿y si hubiese algo más? Una nueva investigación publicada en la revista Cell ha encontrado otro desconocido colaborador en este asunto: Las bacterias intestinales.
Daños en el hígado: El alcohol es el combustible
A día de hoy, el alcohol se ha relacionado con la mitad de muertes causadas por enfermedad hepática terminal o cirrosis (siendo la 10ª causa de muerte en Estados Unidos). Sabemos que el alcohol por si solo es tóxico para el hígado por los productos metabólicos creados por el mismo tras su descomposición. Pero, ¿y si hubiese algo más?
Según los investigadores de la Universidad de California, lo hay. Y es qué el alcohol sería una de las causas, pero no la causa total, ya que esta droga legal tendría la capacidad de destruir los sistemas de defensa antibacteriana del hígado y dejar paso a las bacterias intestinales.
El alcohol rompe las defensas, y las bacterias intestinales hacen el resto
Según la reciente investigación, la ingesta crónica de alcohol tendría efectos a nivel celular, suprimiendo la producción de unas proteínas específicas de la pared intestinal: REG3B y REG3G, las cuales tienen como misión actuar como antibióticos naturales.
Sin estas proteínas, las bacterias intestinales se replican a libertad y pueden llegar a la sangre, incluso al hígado. Al llegar aquí, las bacterias colaborarían en el daño hepático junto al alcohol.
Para comprobar esta teoría, los investigadores diseñaron ratones sin la proteína REG3G. Sin dicha proteína, estos roedores tenían un exceso de bacterias intestinales, y un aumento del daño hepático causado por el consumo de alcohol.
Por otro lado, si se expresaba demasiada proteína REG3G, los ratones tenían menos bacterias intestinales y menor daño hepático en comparación a los ratones control.
El futuro en la investigación del daño hepático
Conocer el papel de estas proteínas en el daño hepático podría mejorar a largo plazo el tratamiento en aquellos individuos afectados por el consumo excesivo de alcohol.
Evidentemente la clave estaría en dejar completamente el consumo de la bebida, aunque por una serie de razones esto no siempre puede producirse. Como futuras investigadores, estos científicos pretenden buscar nuevas moléculas o estrategias que aumenten la expresión de las proteínas REG3, como forma de enfoque de tratamiento a largo plazo. Además, también parece buena idea identificar si hay bacterias intestinales específicas que colaboren en el daño hepático, o si es una colaboración global.
Fuente | Cell.