Y con más información me refiero a más datos, más uso del pensamiento, llegando a un aumento de un 42% mayor de información respecto a los niños sin autismo.
Al menos así lo afirma una nueva investigación a cargo de los científicos de la Universidad Case Western Reserve junto a la Universidad de Toronto, los cuales comentan que este descubrimiento ofrecería una explicación al rasgo más característico del autismo, que es su “encierro” en su propio mundo interior. Este aumento tan significativo de la información de su cerebro durante el reposo podría ser la clave para entender ese “encierro”, aislando al niño del entorno.
El estudio, que se publicó a finales del mes de diciembre en Frontiers in Neuroinformatics, es un seguimiento de una determinación previa por parte de los autores de las diferencias que existen entre las conexiones cerebrales de un niño autista respecto a los niños sin autismo. En este seguimiento se demostró que estas diferencias podrían explicar el aumento de complejidad del cerebro de un niño autista.
Así lo explica Roberto Fernández Galán, uno de los autores de este estudio y profesor de neurociencia de la Escuela de Medicina Case Western Reserve:
“Nuestros resultados sugieren que los niños autistas no están interesados en las interacciones sociales porque sus cerebros generan más información en reposo, lo que interpretamos como la misma introsprección ya conocida en las primeras descripciones de la enferedad”
Los investigadores cuantificaron la información como lo hacen los ingenieros, pero en lugar de aplicar dichas cuantificaciones a señales de dispositivos electrónicos, lo aplicaron a la actividad cerebral registrada con un magnetoencefalograma (MEG).
Así pues, demostraron que los niños autistas en reposo generan más información que los niños no autistas. Por ello, según los investigadores, se podría explicar la falta de interés de estos niños por los estímulos externos, como las interacciones sociales.
Por otra parte, los investigadores también cuantificaron las interacciones entre las diferentes áreas cerebrales (las conexiones dentro del cerebro), determinando la aportación de dichas interacciones al estado de reposo de los niños para poder interpretar su nivel de introspección.
Según comenta el autor principal de este estudio, José L. Pérez Velázquez, profesor de neurociencia en la Universidad de Toronto:
“Esta es una interpretación novedosa porque es un intento diferente de entender la cognición de los niños mediante el análisis de su actividad cerebral”
“La medición de los procesos cognitivos no es trivial, y sin embargo, nuestros resultados indican que esto se puede hacer hasta cierto punto con herramientas matemáticas, físicas y de ingeniería bien establecidas”
Finalmente, cabe destacar que los resultados de este estudio apoyan la Teoría Mundial Intensa del autismo, propuesta por los neurocientíficos Henry y Kamila Markram, del Instituto del Cerebro y la Mente de Suiza, en la cual describen esta enfermedad como el resultado de la hiper-función de los circuitos neuronales, llevando al cerebro a un estado de sobre-exticación.
El próximo objetivo de estos investigadores es usar sus pruebas cognitivas en los pacientes con esquizofrenia.
Vía | ScienceDaily