Hace unos meses, a modo de “El curioso caso de Benjamin Button”, os conté la extraña historia de Henry Molaison, el paciente HM, un individuo que fue sometido a una operación experimental para poder acabar con sus problemas de epilepsia. Gracias a esto, se descubrieron algunas de las propiedades de nuestro cerebro y sobre todo nuestra memoria, pues el pobre Henry perdió la capacidad de formar nuevos recuerdos para toda su vida.
En el caso de hoy, os contaré una historia bastante curiosa sobre una montañista de 23 años que fue alcanzada por un rayo y que, aunque no murió, si que tuvo que ser atendida en un hospital, en el cual sufrió alucinaciones visuales bastante extrañas.
Este caso ha salido en BMJ Case Reports, donde explican como la montañista y su compañero estaban realizando escalada cuando fueron alcanzados y tirados al suelo por la onda expansiva de un rayo, y ella tuvo que ser sometida a un coma inducido mediante drogas durante al menos tres días, ya que se encontraba desorientada y muy agitada.
La parte “interesante” del caso se produce cuando esta chica despierta y, seis horas después de que se le retirara el tubo de respiración, empiezan a sucederle cosas raras. Empieza a tener sensaciones visuales raras, donde aparecen personas desconocidas, objetos raros y diferentes situaciones y escenarios, como si de una película se tratase.
Ninguna de las personas o situaciones están relacionados con ella y, por supuesto, como le ocurriría a cualquiera, la pobre chica se asustó bastante. Creía que se había vuelto loca y que nadie la creería cuando contara tales historias.
Entre sus alucinaciones se encontraba una anciana sentada en un radiador, la cual cada vez se hacía más y más delgada y acababa desapareciendo a través de las ranuras del mismo radiador. Más adelante, por el lado izquierdo de sus pantalones vaqueros, vió como se acercaba un vaquero subido en un caballo, a lo lejos, pero cuando se acercaba intentó pegarle un tiro. Como imaginaréis, eso la asusto mucho más, ya que se sentía indefensa al no poder gritar ni pedir ayuda.
Luego, en otra “escena” de esta película tan particular, la chica vió a dos médicos, uno rubio y otro moreno, y una mujer, todos con gafas de metal y rostros extraños y antinaturales de color marrón rojizo, que se bronceaban en una tumbona, y luego mantenían relaciones sexuales, para finalmente tratar de extraerle la sangre. En este punto, más que una “película” normal, ya podríamos catalogarlo de auténtico film de terror, ¿no?
La pobre montañista sufrió estas alucinaciones visuales durante unas 20 horas, y ni siquiera sabía si lo que veía era real o no, pero al principio no quiso relatar sus historias por miedo a que la tomaran por una loca. Pero, como estaba bastante asustada, al final sí que lo contó. Fue examinada y finalmente estas alucionaciones acabaron por desaparecer.
La duda es, ¿por qué sufrió tales alucinaciones a raíz del rayo? La respuesta a esto la desveló su escáner cerebral, pues se le detectaron daños en ambos lóbulos occipitales (donde se encuentran las áreas visuales de nuestro cerebro, como ya os conté hace unos meses). De ahí sus alucinaciones, que cesaron porque el daño no era particularmente grave y sus lóbulos pudieron recuperarse.
Según el informe médico, el problema de las alucinaciones y de su afectación precisamente en estas áreas cerebrales podría deberse a la gran cantidad de vasos sanguineos que pasan por esta zona, haciendo particularmente vulnerables a los lóbulos cerebrales de sufrir algún tipo de daño por culpa de un rayo.
Es un caso curioso, ¿no creéis? Si tenéis más curiosidad, podéis leer el caso completo de BMJ Case Reports en el link del final del artículo.
Vía: BMJ Case Reports.