Me ha parecido interesante escribir acerca de esto al leer la noticia ya que, cómo buena lectora, yo también he echado un ojo a esa saga de libros que tanto está triunfando con la historia de un rico príncipe azul con una única pega… su adicción al sadomasoquismo.
Puesto que muchas personas con las que he hablado sobre este tema mientras leía uno de los libros de la saga opinan que son gente loca y que no es posible que nadie disfrute del dolor, me ha parecido especialmente curioso este nuevo estudio que sugiere que cuando algo causa menos dolor del esperado, es posible que esta experiencia dolorosa sea vivida como placentera.
La investigadora Siri Leknes, Ph.D., de la Universidad de Oslo en Noruega, quería investigar el fenómeno “podría haber sido peor” y para ello reclutó a 16 participantes sanos a quienes les dijo que estuviesen preparados para una experiencia dolorosa. Luego, les expuso repetidamente a calor de intensidad variable aplicado sobre su brazo durante 4 segundos.
Los experimentos se llevaron a cabo in dos contextos diferentes; en el primero, el calor no era doloroso o lo era moderadamente (más o menos como cuando sostienes una taza de café caliente firmemente entre tus manos) y en el segundo, el calor podía ser moderada o intensamente doloroso. En este último contexto, digamos que el dolor moderado era el mal menor.
Tras los experimentos, se les preguntaba a los participantes acerca de cómo habían interpretado el dolor. Además, los investigadores usaron imágenes de resonancia magnetica (MRI) para medir la actividad cerebral mientras los participantes se exponían a los diferentes estímulos.
¿Qué resultados se obtuvieron de estas pruebas? Cómo se esperaba, el calor de intensidad alta provocó sentimientos negativos en todos los sujetos, mientras que el calor no doloroso produjo reacciones positivas. Lo intrigante fue la respuesta de los participantes al calor de intensidad moderada.
“No es difícil de entender que el dolor puede ser interpretado como menos severo cuando un individuo sabe que la experiencia podría haber sido mucho más dolorosa. Menos esperado ha sido el descubrimiento de que el dolor puede ser experimentado como placer si algo peor ha sido evitado” dijo
En los experimentos donde el calor de intensidad moderada era la peor opción, el dolor que sentían era desagradable. Pero en los casos en los que éste era la mejor alternativa, los sujetos vivieron la experiencia como positiva, incluso reconfortante.
Las pruebas de RMI revelaron que el cerebro cambió la forma en que procesaba el dolor moderado de acuerdo con el contexto en que se encontraba. Cuando el dolor fue percibido como reconfortante, hubo más actividad en las áreas del cerebro relacionadas con el placer y el alivio del dolor y menos actividad en las áreas asociadas con el dolor.
Los investigadores creen que este estudio ilustra que la exposición a un mismo estímulo es interpretado de forma muy diferente entre individuos y que la experiencia está estrechamente conectada con las expectativas y el contexto.
Sin embargo, el dolor es en general una experiencia muy desagradable y los actuales tratamientos de alivio del dolor son inadecuados para muchas personas. Leknes cree que estos hallazgos podrían algún día jugar un papel clave en el tratamiento del dolor y el abuso de sustancias.
Una de las preguntas fundamentales que nos viene a la cabeza al leer noticias como esta es: ¿Es aconsejable entonces para un médico informar a su paciente de que un procedimiento o un tratamiento va a ser muy doloroso? Bien, pues la respuesta a esta pregunta es muy compleja ya que los pacientes reaccionan de forma muy diferente a la información que se les da. Algunos sienten un enorme alivio si se preparan para lo peor y descubren que al final no era para tanto, pero otros prefieren evitar preocuparse si no existe la necesidad.
Fuentes: Psych Central