La época de la Segunda Guerra Mundial, dentro de su crueldad, sirvió para llevar a cabo muchos avances tanto en la ciencia como en la tecnología y la medicina (con finalidad militar, por desgracia). Entre todas las crueldades que nos han llegado de aquella época, hay una más, que si nos dijeran que se empezó a estudiar hace poco nos lo creeríamos, pero ya en la época de la invasión europea por parte del Ejército Nazi se estudió: Insectos como arma biológica.
Hace un tiempo os hablamos de una de las armas químicas que se intentó usar para atentar contra el actual presidente de los Estados Unidos, la ricina, una semilla que en cantidades desdeñables ya es letal. Pero los nazis no usaron química, sino insectos. Incluso se estableció un Instituto de Investigación Entomológica en el campo de concentración de Dachau. Eso si, cabe puntualizar que es complicado discernir si dichos experimentos con insectos estaban pensados para protegerse de los ataques biológicos con insectos o, por el contrario, para idear dichos ataques contra los enemigos del Tercer Reich. Sin embargo, Klaus Reinhard, un entomólogo de la Universidad de Tubinga, en Alemania, opina que la finalidad si era crear armas biológicas:
“No se puede sugerir que esto fuera investigación defensiva sin más. En términos técnicos, estaban muy lejos de fabricar una bomba o una infección de malaria masiva”
Todo esto empezó el 2 de enero de 1942, cuando el jefe de las SS, Heinrich Himmler, ordenó la creación de este instituto de entomología. Curiosamente Hitler había prohibido la investigación de guerra biológica, pero algunas autoridades eludieron esta prohibición. Pero la guerra biológica no era la única razón para iniciar el estudio con insectos, ya que las enfermedades transmitidas por estos, como el tifus, amenazaban a las tropas de las SS y a los guardias de los campos de concentración.
Por otra parte, Reinhardt cree que la fundación de dicho instituto también dio pie a un intercambio de mano de obra esclava a la industria a cambio de ayuda financiera y de apoyo por parte de las empresas. La tasa de supervivencia de los prisioneros debía mantenerse, y las enfermedades infecciosas no lo ponían fácil.
Curiosamente, había una motivación personal por parte de Himmler: Tenía fobia a las moscas.
Como podréis imaginar, los experimentos llevados a cabo en este instituto entomológico de Dachau llegaron a ser crueles y moralmente despreciables. Uno de los ejemplos es la inoculación directa por parte del Dr. Claus Shilling de la malaria a los prisioneros del campo de concentración, y justamente gracias a el se localizaron los documentos sobre este tema, pues fue juzgado y condenado por crímenes de guerra y reveló datos como los que os cuento hoy.
Los mosquitos fueron un gran foco de estudio, y los documentos discuten la posibilidad de usarlos dejandolos caer desde un avión con la finalidad de diseminar la malaria para contrarrestar los ataques del enemigo. Aunque, como hemos comentado al principio, es un poco complicado discernir si las investigaciones se encaminaban a la defensa o el ataque, Reinhardt ve una clara evidencia de intención de uso de estos insectos como armas cuando May recomienda usar una determinada especie de mosquito en los experimentos, el Anopheles maculipenni, ya que era el que sobrevivía más tiempo sin comida.
“Se recomienda usar esta especie de forma activa, por lo que es poco probable que la idea fuera defensiva”
Eso si, los estudios no llegaron a realizarse con mosquitos infectados con la malaria, por lo que la recomendación de esta especie de mosquito en particular llegó a ser prácticamente irrelevante.
Finalmente, parece que también se llevaron a cabo experimentos con pulgas, aunque los detalles son escasos. Lo destacable de este hecho es que las pulgas fueron las causantes de la epidemia de peste del pasado siglo XX. Según los documentos se investigó la capacidad de supervivencia de estos insectos y también se estudió el uso de ratas (ya que suelen ser los animales portadores de este tipo de pulgas transmisoras de la peste).
¡Ah! Por su parte, Himmler obtuvo algún beneficio, pues se estudió un tipo de hongo que mataba a las moscas.
Vía | LiveScience.