Aunque ya en alguna ocasión hemos mencionado que, de forma paradójica, sufrir estrés puede llegar a alargar nuestra esperanza de vida, la realidad es que los contras superan por goleada a los pros de esta situación, más aún si el estrés es de tipo crónico y de larga duración. Una vez más, un nuevo estudio nos trae un “contra” respecto al estrés agudo, pues podría contribuir a disminuir nuestra capacidad de modular el dolor, que en consecuencia sería como aumentar nuestra percepción de dicho dolor.
Estrés agudo, un mal amigo de la modulación del dolor
Así lo afirma un reciente estudio a cargo del Departamento de Fisioterapia de la Facultad de Medicina Sackler, publicado en PAIN. Según dicha investigación, el estrés psicosocial agudo podría alterar la modulación del dolor, aumentando así nuestra percepción de dicho dolor. Para llegar a tal conclusión, los investigadores aplicaron pruebas de estrés agudo a un gran grupo de 29 hombres jóvenes y sanos para determinar su comportamiento y su modulación del dolor, tanto antes como después de dicho estrés.
Según sus resultados, aunque el umbral y la tolerancia del dolor no variaba con la aplicación del estrés, sí se detectó una intensificación del dolor, junto a una disminución de la capacidad para inhibir dicho dolor. En otras palabras, aunque el dolor era el mismo, la percepción era mayor como consecuencia al estrés.
Las pruebas a las que fueron sometidos los voluntarios se componían de situaciones como detección de estímulos de calor que iban aumentando gradualmente (hasta llegar a ser dolorosos) para detectar sus respectivos umbrales de dolor. Posteriormente, fueron sometidos a una serie de pruebas antes e inmediatamente después de ser expuestos al test de estrés MIST, un programa informático de ejercicios aritméticos cronometrados, diseñado específicamente para inducir estrés psicosocial agudo.
Además, este programa de estrés, el MIST, tiene su miga. Resulta que está programado para registrar solo entre un 20 y un 45% de respuestas como correctas, sea cual sea la respuesta dada, y al participante se le dice que el 80-90% de los participantes suele acertar las respuestas. La consecuencia es que se presupone un “mal desempeño” por parte del participante, el cual no ve manera de mejorar su puntuación a pesar del esfuerzo, y esto se convierte en estrés agudo.
Así concluyen los investigadores:
“A fin de probar el efecto del estrés sobre el dolor, se dividió al grupo según sus niveles de estrés. Detectamos que no sólo el estrés psicosocial reduce la capacidad de modular el dolor, sino que los cambios fueron más pronunciados en los sujetos con una reacción más potente a la tensión. Cuanto mayor sea la percepción de estrés, más se altera la capacidad para modular el dolor. En otras palabras, el tipo de estrés y la magnitud de su valoración determinan su interacción con el sistema del dolor”
Vía | AFTAU.
Fuente | PAIN.