El estrés podría alargar la vida, no acortarla

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Uno de los consejos médicos que se suelen dar es que no hay que vivir estresado, que hay que tomarse la vida con calma y relax, que eso le vendrá bien a nuestro organismo. Craso error, pues parece que hemos estado equivocados respecto a tal concepto. La cuestión está en cómo envejecer para poder vivir más.

El redescubrimiento de la relación estrés-longevidad surge a partir de un estudio llevado a cabo por Lewis Terman, de la Universidad de Stanford, allá por 1921. Es decir, ya hace años que se duda sobre si el estrés acorta la vida.

El estudio en cuestión consistió en el seguimiento de 1.500 desde su niñez hasta su muerte, observando sus patrones de comportamiento y los diversos acontecimientos de su vida. Hace unos 20 años este estudio ha sido actualizado gracias a Howard Friedman, profesor de psicología de la Universidad de California:

“Estudiamos a aquellas personas que eran más persistentes, más trabajadoras, más involucradas y lograron más éxitos -con frecuencia las más estresadas- y nos dimos cuenta que fueron quienes se mantuvieron más sanos y vivieron más. Quienes dijeron ‘no me estreso, me lo tomo con calma, me jubilo temprano’, registraron más tendencia a morir a una edad joven. Esto fue realmente una sorpresa, pues va en contra de muchos de los consejos que escuchamos”

Es decir, según este estudio, cuya muestra poblacional es bastante aceptable, tener algunas preocupaciones puede ser bueno y beneficioso para nuestra salud, y nuestra longevidad por supuesto.

“Ellos tienden a tener hábitos más saludables. Ellos son menos propensos a fumar, a beber en exceso. Pero también descubrimos que aquellos concienzudos tendían a tener más éxito en sus carreras, lo que es un buen vaticinador de una vida larga y sana”

Y no sólo de estrés y preocupación vive el hombre, sino que hay más. Resulta que la gente que vivía de forma más responsable, involucrándose con otros y en comunidades, también vivían más.

Pero, aún con todo lo que sabemos del envejecimiento, podemos remitirnos a la famosa frase de Socrates, “solo se que no se nada”. Porque, realmente, el envejecimiento es tremendamente complicado de entender, y aún no sabemos con claridad cómo funciona, cómo se va degradando poco a poco nuestro ADN. Eso sí, sabemos que el declive empieza a partir de los 30 años, y por varios estudios se sabe que, como máximo, sólo podríamos alcanzar a vivir 130 años. Ese parece ser nuestro límite, el límite de nuestro material genético.

Vía | BBC.

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