Aunque hemos repetido por activa y por pasiva los grandes y diversos perjuicios que acarrea el consumo de alcohol, tanto a nivel general como para el cerebro en particular, sabemos que existen algunos individuos que están genéticamente predeterminados para gozar de algunos beneficios si consumen alcohol. Son casos puntuales y por tanto no generalizables, pero existen. Ahora bien, uno de los datos más característicos del alcohol es su perjudicial efecto sobre la memoria, aunque resulta que no afecta por igual a todos los tipos de memoria, y abría alguno de ellos que sí se beneficiaría del consumo de alcohol.
Cabe destacar que esto es una mera curiosidad, y no por existir un beneficio puntual y particular del alcohol es suficiente como para defender su consumo, ni mucho menos.
El alcohol y la memoria
Según un curioso estudio publicado en el Journal of Neuroscience el pasado año 2011, y para nuestra sorpresa, el alcohol no perjudicaria a todos los tipos de memoria. De hecho, el alcohol podría incluso “ayudar” a algunas áreas cerebrales en tareas de aprendizaje y memoria. Resulta que el alcohol afecta y perjudica seriamente la memoria consciente, pero a su vez puede mejorar la memoria inconsciente, cosa que podría explicar por qué el alcohol y otras drogas provocan tal adicción.
Así lo comentó el Dr. Hitoshi Morikawa, quién fue responsable del estudio junto a otros colegas, y especializado en adicciones:
“Generalmente, cuando hablamos de aprendizaje y memoria, hablamos de memoria consciente. El alcohol disminuye nuestra capacidad para aferrarnos a pedazos de información como el nombre de un amigo, la definición de una palabra, o el lugar donde aparcamos nuestro coche por la mañana. Pero nuestro subconsciente aprende y recuerda también, y el alcohol podría aumentar nuestra capacidad para el aprendizaje y la memoria por esta vía”
Para llegar a esta conclusión y realizar tales afirmaciones, Morikawa y sus colegas expusieron a ratones al alcohol y examinaron su plasticidad cerebral en áreas clave para el aprendizaje y la memoria. Resultó que la exposición repetida aumentaba la plasticidad, y por tanto el aprendizaje, pero solo en la vía inconsciente. Cuando aprendemos algo, se activa la vía de recompensa y placer cerebral, determinada por la liberación de dopamina a nivel cerebral, como bien explica Morikawa.
“La gente normalmente piensa que la dopamina es un neurotransmisor de la felicidad, o del placer, pero la definición más precisa es que se trata de un neurotransmisor de aprendizaje, ya que dicho aprendizaje fortalece las sinapsis que se activan durante la liberación de dopamina”
En el caso del alcohol, cuando se bebe más y se repite el comportamiento, el cerebro se vuelve más sensible a dicho comportamiento. En otras palabras: Aprendemos a disfrutar de la bebida, y por eso se vuelve adictivo, por lo visto por la vía inconsciente. Además cabe recordar la importancia de la red social y emocional que rodea al comportamiento, verdaderamente importante en el ámbito del tratamiento de las adicciones al alcohol y otras drogas.
Morikawa y sus colegas afirman que estos hallazgos podrían ayudar a entender mejor cómo se producen dichas adicciones, y cómo mejorar así los tratamientos contra la dependencia del alcohol.
Vía | Spring.
Fuente | Journal of Neuroscience.