Como todos sabéis, el Jet Lag es ese fenómeno tan molesto que se produce cuando nuestro reloj interno no va en consonancia al horario local de un país cuando viajamos. Es decir, podemos acabar de llegar a una zona del planeta donde son las doce de la noche, pero para nuestro cuerpo son las dos de la tarde, y por tanto nuestro cuerpo no necesitará descansar hasta la mañana siguiente. En definitiva, una situación muy molesta.
Pero, como en muchas otras cosas, la ciencia ha descubierto como solucionarlo, ya que existe un gen que ralentiza nuestra adaptación a estos nuevos horarios. Dicha investigación ha corrido a cargo de un grupo de científicos de la Universidad de Oxford, los cuales han encontrado que este gen actúa como un mecanismo de seguridad que evita que nuestro reloj interno altere su sincronismo, evitando así los temidos trastornos del sueño u otras enfermedades crónicas. Pero por fin han descubierto como “apagar” este gen, evitando así los síntomas del desfase horario o jet lag.
Nuestro ritmo circadiano responde a la luz o a la oscuridad, siguiendo un período de 24 horas gracias a un área cerebral llamada Núcleo Supraquiasmático (SCN), que a su vez recibe información de un sistema especializado en los ojos que detecta la luz ambiental. Pero, cuando nos movemos con rapidez de una zona horaria a otra (como en los grandes viajes en avión), este sistema acaba en un auténtico caos.
Pero ahora, gracias a la identificación de este gen (en ratones, de momento), se ha podido detener el reloj biológico y reajustarlo más rápido a la nueva zona horaria, evitando los síntomas del famoso y molesto jet lag, que normalmente puede afectar incluso varios días a nuestro cerebro hasta que se vuelve a sincronizar de forma natural.
Así lo explica el Dr. Stuart Peirson:
“Hemos identificado un sistema que inactiva el reloj biológico para poder reajustarlo. Si lo pensamos, tiene sentido que contemos con un mecanismo de seguridad que proporcione cierta estabilidad a nuestro reloj biológico, el cual necesita estar totalmente seguro de que recibe una señal fiable, y si esta señal se produce varias veces durante varios días es probable que tenga una relevancia biológica. El problema es que este mecanismo disminuye nuestra capacidad de adaptación a las nuevas zonas horarias, provocando el jet lag”
Así pues, los investigadores de Oxford estudiaron la expresión de los genes de núcleo supraquiasmático de los ratones, los cuales fueron expuestos tanto a luz como a oscuridad. Llegaron a identificar hasta 100 genes activados en respuesta a la luz. Entre ellos, identificaron una molécula llamada SIK1, que termina la respuesta de toda la cascada de eventos que se producen en nuestro cuerpo en respuesta a la luz y actúa como freno para limitar los efectos de la luz en nuestro reloj interno.
Cuando los investigadores bloquearon SIK1, los ratones pudieron reajustar rápidamente su reloj a los cambios en el ciclo de la luz.
Los investigadores afirman que aún estamos muy lejos de una cura para el jet lag, pero que esta investigación es un paso más hacia el desarrollo de medicamentos contra este fenómeno, de la misma forma que la investigación puede arrojar algo de luz sobre otro tipo de enfermedades crónicas relacionadas con la alteración del ciclo del sueño. Habrá que seguir esperando y, como no, seguir investigando.
Vía | The Telegraph.