El gen que podría ayudar a dejar de fumar

Dejar de fumar es una de los retos más grandes a los que una persona se puede enfrentar a lo largo de su vida. Para alguien que lleva años enganchado al tabaco, fumar su último cigarro debe ser algo así como para Frodo deshacerse del anillo único, un acto muy necesario para su salud, pero que requiere una voluntad de hierro para llevarse a cabo. Por eso,  si la ciencia pudiese hacer más fácil el trance, sería un verdadero regalo para aquellos que luchan por conseguirlo.

La genética de dejar de fumar

La capacidad de dejar de fumar está compuesta en un 50% por factores ambientales y, en el otro, por componentes genéticos. Por eso, lograr saber cuáles son los genes implicados lleva tiempo siendo el objetivo de estudio de muchos investigadores.

Uno de los principales genes implicados que se han descubierto es el DRD2, que codifica para un receptor de la dopamina, relacionada con los sistemas de recompensa. Como sabéis, estos sistemas están muy relacionados con las adicciones en general, ya que hacen que al contacto con ciertos estímulos (el tabaco en este caso), el cerebro genere una sensación de satisfacción.  Precisamente uno de los polimorfismos (pequeña variación en la secuencia) de este gen, el llamado Taq1A, ha resultado estar relacionado con la facilidad de ciertos personas para dejar de fumar en la población caucásica, según un estudio publicado en la revista Translational Psychiatry.

No se conoce a ciencia cierta cuál es el mecanismo por el que este polimorfismo podría favorecer poner fin a la adicción, aunque se piensa que puede actuar sobre la función de otros genes.  Además, los estudios realizados no se pueden considerar algo concluyente, ya que no se han estudiado suficientemente otros polimorfismos y, además, los resultados obtenidos podrían estar influenciados por los fármacos para dejar de fumar que tomaban los participantes.

Por lo tanto, aunque no debemos lanzar las campanas al vuelo, parece ser que el método para dejar de fumar más fácilmente podría estar en nuestro ADN, aunque aún queda mucho por investigar. Sin embargo, descubran lo que descubran, la mejor manera de dejar de fumar siempre será la misma: no empezar nunca.

Vía Revista Genética Médica

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