Todos sabemos que la risa es la mejor medicina. Sin ir más lejos, se sabe que a través de la carcajada se desprenden emociones intensas y muy beneficiosas, así como presenta propiedades analgésicas. También se ha relacionado la risa con la construcción de nuevas relaciones. Ahora, un equipo de científicos franceses liderados por Rana Esseily ha descubierto que el empleo del humor también podría ayudar a los más pequeños a aprender nuevas tareas. El estudio se ha publicado en la revista Cognition and Emotion.
Basándose en el conocimiento de que la risa entre los más jóvenes y personas adultas puede mejorar muchos aspectos de la cognición, como la atención, la motivación, la percepción o la memoria, los investigadores diseñaron un experimento para ver si el humor también podría tener un efecto en la capacidad de aprendizaje de los más pequeños.
Para el análisis, los científicos seleccionaron a 53 pequeños de 18 meses, a los que repartieron en dos grupos, uno de ellos con un contexto basado en el humor y otro grupo de control. Los niños y niñas de ambos grupos observaron a un adulto utilizando una herramienta para recuperar un juguete fuera de su alcance. La diferencia es que en uno de los grupos el adulto jugó con el juguete después de recuperarlo, mientras que en el otro grupo el adulto lo arrojó inmediatamente al suelo, lo que provocó la risa de casi todos los niños.
Cuando Esseily y sus colaboradores estudiaron los datos, encontraron que los niños que se rieron de las travesuras de los adultos eran capaces de imitar la acción ellos mismos con más éxito que aquellos que no se rieron. Lógicamente, también lo hicieron con más exactitud que todos los niños del grupo control.
Humor, risa y aprendizaje
Si bien la relación entre la risa y la mejora en el aprendizaje parece clara, los investigadores aún no tienen muy claro el porqué, aunque dan dos posibles explicaciones. La primera se refiere al temperamento. Según esta razón, no sería el humor per se el que facilitaría el aprendizaje, sino el “temperamento” y la naturaleza de los bebés que se rieron. Dicho temperamento haría que los bebés aumentaran su compromiso con su entorno y, como consecuencia, tuvieran más voluntad a la hora de tener éxito en la imitación de la tarea. También podría darse el caso, según los expertos, de que los niños que ríen tengan más habilidades sociales o capacidades cognitivas, lo que les permitiría interactuar más fácilmente con otros y ser más susceptibles de realizar una buena imitación.
La segunda explicación que los autores proponen se refiere a la química del cerebro. Es bien sabido que las emociones positivas, como la risa o la interacción con otros, pueden aumentar los niveles de dopamina en el cerebro, que a su vez tiene un efecto positivo en el aprendizaje. Por lo tanto, el efecto observado aquí podría ser un efecto general debido a la emoción positiva y no al humor o la risa en sí misma, señalan los investigadores.
Los investigadores reconocen que se necesita más investigación para confirmar el efecto del humor en el aprendizaje, pero que en todo caso la sonrisa nunca es algo negativo. Al contrario, sólo aporta cosas buenas. ¡Nunca es tarde para comenzar a reírse!
Fuente | T&F newsroom