Cada vez son mayores los esfuerzos por combatir una de las enfermedades más generalizadas de nuestro siglo; el cáncer. Al ser una enfermedad que puede originarse por diferentes causas, su prevención y tratamiento son un quebradero de cabeza continuo para la comunidad científica. Por ello, cualquier noticia sobre un nuevo fármaco que pueda tratar esta enfermedad es acogida con bienvenida.
Pero los investigadores han optado por una nueva postura; recurrir a fármacos utilizados en el tratamiento de antiguas enfermedades, generalmente de bajo coste de preparación, y utilizarlos para combatir los diferentes tipos de cáncer.
Resucitando la talidomida
No estamos hablando de ninguna práctica de nigromancia; los científicos han buscado un nuevo uso a este popular fármaco utilizado en los años 60 como sedante y como calmante para las nauseas que eran comunes en los primeros meses de embarazo.
Sin embargo, este medicamento llevó a presentar la minusvalía en miles de bebés. A pesar de su oscuro pasado, los científicos no han tirado la toalla, y han encontrado que este fármaco posee un potencial latente para combatir el cáncer. Se han realizado más de 700 pruebas clínicas con este fármaco y se han registrado excelentes resultados, siendo su actuación frente al cáncer de sangre la más popular.
Aunque no se conozca con exactitud su mecanismo de actuación, se conoce que previene el crecimiento de los vasos sanguíneos, de los que somos conscientes de su papel en la formación y extensión de los tumores. Aunque existan otros fármacos con propiedades similares, ‘rescatar’ este fármaco llevaría a las empresas a la producción de un método económico y aparentemente eficaz frente a esta enfermedad tan extendida.
¿Será eficaz llevar este método a la práctica?
La teoría es demasiado bonita, y a la hora de desarrollar la práctica entran en juego variables como el coste económico o el tiempo que se empleará en facilitar su entrada al mercado, que es a fin de cuentas el balance que estudian las grandes compañías de fármacos. Sin embargo, el caso de la talidomida, posee el marco perfecto para que se logre derivar e invertir en un producto más específico, que pueda ser vital para la lucha contra el cáncer.
A expensas de productos para el tratamiento, debemos de concienciarnos de la cantidad de hábitos que fomentan su aparición, y sobre todo, implicarnos aun más en nuestra salud, realizando chequeos anuales, antes que sea demasiado tarde.
Quizás este producto vea la luz en el campo de la oncología, o quizás tendremos que esperar a nuevos estudios que profundicen y nos amplíen todo lo que conocemos de este fármaco, por lo que solo nos queda esperar y confiar en estás iniciativas.
Fuente | Discover