El mal humor incide en nuestra cognición

A muchas personas no nos hace falta mucho para ponernos de mal humor. Sólo la lectura de las noticias de la mañana puede hacerlo. Y no sólo es un problema de que el mal humor puede expandirse a través de nuestro entorno (del mismo modo que lo hace el buen humor), sino que un estado de ánimo decaído disminuye nuestro tiempo de reacción y afecta a nuestras capacidades cognitivas básicas como el habla, la escritura y el cálculo. En definitiva, que si leemos un titular deprimente a las ocho de la mañana, es posible que tengamos un peor desempeño en el trabajo durante el resto del día.

Lo asegura una nueva investigación llevada a cabo por científicos de la Escuela de Ciencias Psicológicas de la Universidad de Tel Aviv (Israel). Según los resultados, además de lo dicho antes, la exposición repetida a un acontecimiento negativo podría neutralizar el efecto nocivo sobre nuestro estado de ánimo y forma de pensar. El estudio, publicado en la revista Attention, Perception, & Psychophysics, tiene amplias implicaciones para la comprensión de nuestras emociones.

O sea, que el mal humor es dañino para nuestra cognición (la retrasa) y que, como remedio, la exposición repetida a un acontecimiento negativo podría ayudarnos a sentirnos mejor. Por ejemplo, si leemos el periódico antes de ir a trabajar y vemos un titular sobre un bombardeo o una tragedia, podría ser mejor leer el artículo hasta el final y en repetidas ocasiones para exponerse de forma continuada a la información negativa. Paradójicamente, esto nos ayudaría a mejorar nuestro estado de ánimo sin efectos negativos y, por lo tanto, sobrellevar el día con un mejor estado de ánimo.

Paradigma Stroop

Para el estudio, los científicos utilizaron el denominado paradigma Stroop (emotional Stroop task), considerado el examen psicológico más utilizado para la evaluación de nuestro estado emocional. Se mostró a los participantes una serie de palabras y se les pidió que identificaran los colores en las que éstas se imprimían. En general, las personas necesitan más tiempo para identificar los colores de palabras negativas como “terrorismo” que los colores de palabras neutrales como “mesa”. La tendencia es especialmente pronunciada en personas con trastornos emocionales, como la depresión o la ansiedad.

Los científicos ofrecen dos explicaciones para este “retraso” en el tiempo. Según la primera, las palabras negativas distraen más. La segunda argumentación es que son más amenazantes. De acuerdo con ambas teorías, el resultado es siempre que disponemos de menos recursos mentales para identificar los colores.

El orden de las palabras sí que importa

¿Incide el orden en las que son presentadas las palabras en el tiempo de respuesta de los participantes? Según estudios anteriores, no. Hasta ahora, a raíz de estos trabajos se entendía que después de la distracción inicial o de la amenaza (exposición a un acontecimiento negativo) las personas identificaban sin ningún tipo de retraso el color de las palabras neutrales. No obstante, los investigadores hablan de sesgos importantes en todas estas investigaciones, debidas al propio diseño de la prueba Stroop.

Los hallazgos del trabajo presente son diferentes. Los investigadores encontraron, después de mostrar una misma palabra negativa sólo en dos ocasiones, que los sujetos fueron capaces de identificar el color de la tinta sin demora. Por otro lado, cuando se mostró a los voluntarios, sólo una vez, palabras negativas, estos identificaron los colores de las palabras neutras más lentamente.

Las teorías existentes no pueden explicar estos resultados. Los investigadores sugieren una explicación alternativa para todo esto. Las palabras negativas que se muestran mostradas en la prueba Stroop generan un estado de ánimo negativo. No obstante, a través de la repetición, las palabras pierden su poder afectivo: los que visualizaron cada palabra negativa sólo una vez se pusieron de mal humor y sufrieron efectos sostenidos en el tiempo, mientras que los que visualizaron las palabras negativas repetidas ocasiones no sufrieron esta consecuencia sostenida. Asimismo, los participantes con mal humor necesitaron más más tiempo para completar el cuestionario de evaluación, lo que indica su incidencia en la cognición.

El trabajo podría tener un impacto importante en nuestra comprensión de las emociones, en la atención y en cómo procesar las señales provenientes del medio externo. También podría influir en el diagnóstico y tratamiento de muchos trastornos.

Fuente | Sciencedaily

Imagen | jugbo

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