Hay síndromes y síndromes, unos más conocidos y otros menos, pero hay unos pocos que superan la delgada línea entre la realidad y la ficción. Hoy os hablaré de uno de estos últimos, que me ha resultado raro, como poco, pues es bastante… peculiar. Hablaremos del síndrome de París (si si, la ciudad del amor, de Notre Damme y la Torre Eiffel).
Por si no lo conocíais ya, también existe el síndrome de Sthendal, que sería la antítesis del síndrome de París, ya que el de Sthendal se caracteriza por una ansiedad causada por una “sobredosis” de obras de arte (que es lo que le sucedió a Sthendal cuando visitó Florencia). Pues bien, como digo, el síndrome de París es lo contrario, y lo suelen sufrir los viajeros japoneses cuando llegan a esta conocida ciudad y se dan cuenta de que no es oro todo lo que reluce, y que las películas cuentan historias ficticias, lejos de la realidad cotidiana.
Lo que sucede es que los japoneses llegan a París, y de repente se encuentran con la cruda realidad. Esperan encontrarse belleza por todas partes, monumentos, simpatía francesa y decorados de ensueño. Pero no, eso no es lo que encuentran. Lo que ven son camareros bordes, gente antipática y una ciudad ruidosa, comparado con lo que ellos esperan claro.
Este síndrome fue definido en 1986 por el psiquiatra Hiroaki Ota, el cual se dio cuenta de que había una media de 20 turistas japoneses por año que volvían de París con síntomas de crisis nerviosa (que exagerados, ¿no?). De estos turistas, muchos eran mujeres de unos 30 años que iban a París en busca de la ciudad romántica soñada que veían en las películas, como os he comentado antes, pero no la encontraban. En su lugar lo que veían en París es la típica gran ciudad europea: ruido, gente maleducada, enfadada y siempre con prisas, gritos, etc. Para el español común esto no resultaría nada raro (aquí estamos acostumbrados a eso y más, creo que somos más antipáticos y “bestias” incluso que nuestros vecinos franceses), pero para una dama japonesa, procedente de un país donde la educación es la base de su cultura, este comportamiento es demasiado para sus nervios.
Lo curioso es que, aunque solo se vean afectados 20 turistas del total de 1 millón de japoneses que visitan París cada año, parece que son suficientes para que la embajada de Japón en París tenga habilitada una línea de atención telefónica las 24 horas para atender a estos pobres viajeros. ¿Qué solución les dan a sus compatriotas?
“Volver a Japón y nunca más pisar París”
Más tarde, el Dr. Youcef Mahmoudia describió los síntomas del síndrome: mareos, falta de aliento, alucinaciones… Síntomas similares al síndrome de Stendhal, del que os he hablado brevemente.
Así pues, ya veis que hay síndromes curiosos para todos los gustos, ¡hasta por viajar!
Vía: La información.