En esta segunda entrega sobre enfermedades infecciosas, os hablaré del mortífero virus del Ébola.
Este virus, que pertenece a la familia Filoviridae y al género Filovirus, es uno de los virus más jóvenes y letales conocidos hoy en día, pues fue descubierto por primera vez en 1976 y sus víctimas apenas sobreviven un par de semanas.
Existen hasta 4 especies conocidas actualmente: Zaire Ebolavirus, Costa de Marfil Ebolavirus, Reston Ebolavirus y Sudán Ebolavirus. Es un microorganismo extremadamente contagioso, pues su transmisión puede ser por cualquier secreción corporal (saliva, sudor, orina, sangre…). Su periodo de incubación va desde los 4 a los 20 dias y provoca la muerte de hasta el 90% de los infectados.
El virus, de forma resumida, infecta a las células estructurales de las arterias (las células del endotelio) y provoca su rotura, infecta y provoca la muerte del tejido de los órganos corporales (necrosis tisular) y da lugar a fiebres hemorrágicas.
Los síntomas de este virus letal son artritis, dolor de espalda, escalofríos, diarrea, fatiga, fiebre, cefalea, malestar, dolor de garganta, náuseas y vómitos. El individuo infectado empieza a sangrar por ojos, nariz, oídos, boca, recto… para finalmente entrar en shock hipovolémico (falta de sangre corporal) y finalmente muere. Este proceso, como he explicado anteriormente, apenas dura 15 días de media.
No existe cura conocida, los antivirales actuales no funcionan bien, lo único que se puede hacer es dar soporte medico contra la hipovolemia corporal y transfusiones sanguíneas para evitar la muerte por falta de sangre en el organismo.
De las cuatro cepas conocidas, 3 se localizan exclusivamente en el continente africano, pero se conoce una, el Reston Ebolavirus, encontrada en EEUU en 1989.
Como curiosidad, el primer virus del Ébola fue el Zaire Ebolavirus. Fue descubierto el 26 de agosto de 1976 en Yambuku, al norte del Zaire (actual República Democrática del Congo). El primer caso registrado fue el de Mabalo Lokela, profesor de 44 años que volvia de viaje del norte del país. Su elevada fiebre fue diagnosticada como paludismo/malaria (producida por el parasito Plasmodium), y por tanto fue tratado con quinina.
Lokela volvió al hospital cada dia y, una semana después, sus síntomas incluyeron vómitos incontrolables, diarrea sangrienta, cefalea, mareo y dificultad respiratoria. Empezó a sangrar por la nariz, boca y ano y acabo muriendo el dia 8 de septiembre de 1976, 14 días después de los primeros síntomas.