Entrenando a perros para detectar bacterias

Perro en hospital

Los hospitales siempre conllevan un riesgo de epidemias. Aunque somos curados por los médicos, juntarse con otras personas con diferentes enfermedades en el mismo edificio aumenta el riesgo de ser contagiado. Para evitarlo, la arquitectura de los hospitales está diseñada para ser un lugar espacioso y ventilado, sin corrientes estancadas de aire; y una rutina habitual es limpiar todo con fuertes desinfectantes que aportan al hospital su olor característico.

Aun así, hay bacterias resistentes capaces de escapar a su eliminación, volviéndose una infección permanente en el hospital, siendo un auténtico problema. Uno de los ejemplos más conocidos es la bacteria Clostridium difficile. Habitualmente esta bacteria vive en nuestro intestino y forma parte de nuestra flora bacteriana, la cual vive a expensas de nuestros nutrientes. Aunque la bacteria es inocua cuando está en equilibrio con el resto de bacterias de nuestra flora, tiene una propiedad especial: es capaz de formar esporas muy resistentes a cualquier compuesto químico.

Cuando por alguna infección un paciente toma antibiótico, este actúa primero en nuestra flora intestinal y la mayoría de bacterias mueren, excepto una, el Clostridium difficile. Al no tener competencia, esta bacteria se multiplica y aumenta su población en nuestro intestino provocando una diarrea aguda. Además, esta bacteria es muy contagiosa, ya que las esporas son resistentes al ácido de nuestro estómago y a los desinfectantes de hospital. Se ha demostrado que las esporas son sensibles a con desinfectantes con cloro (que son los usados actualmente en los hospitales), sin embargo, en algunos hospitales puede producirse una epidemia difícil de erradicar.

Para detectarla, se debe recoger una muestra de heces y hacerla crecer en una placa de cultivo. Si esta bacteria está presente se podrá detectar gracias a su forma de bastón característica. El problema es que esta bacteria toma el nombre difficile debido precisamente a lo mucho que tarda en crecer en un cultivo, hace falta esperar una semana para hacer la prueba, y en esa semana de espera el paciente infectado ya puede haber contagiado a todos los pacientes de su habitación antes de poder ser aislado y curado.

En la Universidad Médica de Amsterdam, la investigadora Marije K. Bomers observó un detalle que podría dar un nuevo enfoque al diagnóstico de esta enfermedad: los pacientes infectados con C. diff tienen un olor diferente al del resto de pacientes. Un olor que en los casos más graves puede ser identificado por un médico. Este olor es producto de los compuestos químicos de desecho de la bacteria que se forman durante su crecimiento en el intestino del infectado.

Si este olor puede ser detectado por humanos en las fases más graves, ¿qué pasaría con un perro?. Los perros tienen un olfato muy desarrollado, se usan habitualmente perros policía capaces de encontrar drogas escondidas y también se han usado para detectar animales con sarna. ¿Sería posible entrenar a un perro para detectar bacterias rápidamente y hacer un diagnóstico rápido?

Para comprobarlo, Bomers contactó con un colega psicólogo del hospital que también trabajaba como entrenador de perros, Hotsche Luik. Durante dos meses, Luik entrenó a un beagle de dos años llamado Cliff, haciéndole identificar y rastrear muestras infectadas con C.diff, del mismo modo que los perros policía son entrenados para localizar drogas. A lo largo del entrenamiento, la muestra cada vez tenía una menor cantidad de bacterias y se hacia más difícil su rastreo, de esta manera se afinaba al máximo el olfato del perro.

Se realizó una prueba haciendo que el perro identificara entre diferentes muestra de heces del hospital. Cliff tuvo un gran éxito en la prueba: acertó 50 de 50 como muestras positivas, y 47 de 50 pruebas negativas.

Pero el verdadero experimento realmente era ver si Cliff podía reconocer a pacientes enfermos directamente oliéndolos desde la cama del hospital. El experimento se realizó en dos hospitales entre pacientes que habían tomado antibióticos y estaban en riesgo de contraer la enfermedad. Identificó correctamente a 25 de 30 pacientes infectados y descartó a 265 de entre 270 pacientes sanos. Y toda esta prueba fue realizada en tan solo 10 minutos, en comparación a la semana necesaria para hacer la prueba en laboratorio.

Se planea pasear a Cliff semanalmente por el hospital e identificar los posibles casos de infección, evitando futuras epidemias. Además, si se confirman los resultados, es posible el entrenamiento de más perros como Cliff para otros hospitales. Animados por el éxito del proyecto, actualmente se buscan otras enfermedades que produzcan un olor diferente en el paciente y así poder detectarlas.

Fuente | WebMD

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