Ser padres no es fácil y nadie nace enseñado, pero cierto es que no es una tarea para tomarse a la ligera pues muchas de las consecuencias serán inmodificables y condicionaran la vida de nuestros hijos. Hoy vamos a hablar de cómo potenciar la autoestima de forma sana pero sin llegar a promover un estilo narcisista en el niño. Muchos padres (y más con la moda actual y los estilos parentales permisivos) se decantan por sobre-inducir bienestar en el niño, y eso tampoco es realista.
El estudio:
Un estudio publicado recientemente en la revista PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America) y titulado “orígenes del narcisismo en niños” llevado a cabo por Eddie Brummelmana y Sander Thomaes entre otros ha sido el primero en estudiar la evolución del narcisismo con un estudio longitudinal prospectivo. El estudio evaluó a 565 niños de los Países Bajos en 4 tandas de 6 meses. Los aspectos de la evaluación llevados a cabo fueron narcisismo, autoestima, sobreevaluación parental (padres que consideran a su hijo como mejor y más especial que el resto, por encima de ellos), calidez parental (mostrar calidez y apreciación hacia el niño). Tanto los niños como los padres proporcionaron la información.
Los resultados:
Se comprobó que la sobreevaluación de los hijos por parte de los padres era el factor que inducía el narcisismo. Los niños parecen adquirir conductas o patrones narcisistas al internalizar las visiones exageradas que sus padres tienen de ellos. Así pues experiencias sociales tempranas pueden cultivar el narcisismo.
En cambio la calidez parental era predictor de una buena autoestima, no en cambio en absoluto la sobreevaluación.
Conclusiones:
Es mejor ser emocionalmente cálido y cercano con los hijos que intentar hacerles sentir mejor o superiores al resto. Los niños se creen lo que los padres dicen, de hecho es uno de los factores más importantes a ciertas edades en la formación del self. El niño en edades tempranas no razona, sino que absorbe lo que se le dice.
Con los datos de estudios como el descrito hoy se pueden diseñar programas preventivos de educación parental. Está claro que en el desarrollo de rasgos de personalidad influyen otras muchas variables como son la carga genética u otros factores ambientales pero siempre va bien tener controlados los factores que sí podemos controlar.
En formato práctico podemos poner algunos ejemplos:
- Deberíamos decirle que es bueno en algo en lugar de decir que es mejor que los demás en algo.
- Deberíamos decirle que lo ha hecho bien y no que lo ha hecho mejor que los demás.
- Decirle que es “especial” es algo arriesgado, y esta palabra tiene mucho bombo hoy en día. Hasta ahora se creía que eso era lo mejor pero ahora se ve que en realidad le crea al niño una falsa percepción de la realidad y le condiciona tanto a rasgos narcisistas como a no tolerar bien luego la realidad a conocer que nadie es mejor que otro, todos tenemos puntos fuertes y puntos débiles y que en realidad no es tan especial como creía. Estamos creando expectativas irrealistas y en ocasiones inalcanzables para el niño.
- Deja que tu hijo se equivoque, que explore su entorno, que aprenda de sus errores. Si le privas de ello le estás creando una dependencia, una inseguridad y una visión sesgada del mundo. El niño debe aprender a tolerar la frustración y a gestionar y resolver problemas.
- Es mejor hacerle saber al niño que le apoyamos y que estaremos ahí si nos necesita (si lo pide), que proporcionarle la ayuda directamente (esto es como decir que no creemos que lo puede hacer solo).
Fuente: Spring.
Imagen: Flickr.