La respuesta es que podría depender del contexto.
Todos hemos oído el estereotipo: a las mujeres les gusta hablar. Al menos, eso es lo que “ellos” acostumbran a decir. ¿Pero es realmente cierto? ¿Pueden realmente hacerse generalizaciones acerca del patrón de comunicación de las mujeres frente al de los hombres? Teniendo en cuenta la amplitud del estereotipo, resulta que la literatura acerca de este tema es bastante limitada y contradictoria: algunos estudios dicen que sí, que las mujeres son más palabreras que los hombres; otros dicen que no hay patrón que valga; y otros dicen que los hombres son aún más charlatanes que las mujeres.
Pues bien, podría ser que un nuevo estudio hubiera logrado finalmente desentrañar una imagen más precisa de este estereotipo al cual estamos tan familiarizados. Los resultados de este trabajo, llevado a cabo por investigadores de las universidades de Northeastern y Harvard y del MIT, en Estados Unidos, indican que el contexto jugaría un papel muy importante. El equipo de científicos llegó a esta conclusión gracias a sus experimentos con los denominados “sociómetros“, es decir, dispositivos portátiles más o menos del tamaño de los teléfonos inteligentes que recogen datos en tiempo real acerca de las interacciones sociales de los usuarios.
Al parecer, las mujeres tienden a hablar más cuando se trata de entornos más colaborativos. Se observa una tendencia femenina a decidir trabajar juntas en este tipo de contextos, lo que implica hablar más. Por lo tanto, es un escenario muy particular que conduce a una mayor interacción.
Salvando limitaciones
El empleo de estos dispositivos ha ayudado a superar algunas de las limitaciones de los estudios pasados que ya trataron de estudiar este fenómeno. La mayoría de estos trabajos se basaban en datos recogidos a través de cuestionarios en los que se pedía a los voluntarios que explicaran sus experiencias pasadas en cuanto a hábitos de conversación. También se basaban en datos empíricos, que los investigadores hallaban a partir de la observación directa de las interacciones.
Ambos enfoques traen consigo fuertes limitaciones. Por un lado, nuestros recuerdos no son tan buenos como nos pensamos, de modo que puede haber un sesgo importante. En segundo lugar, los investigadores sólo pueden observar a un número determinado de personas a la vez, es decir, los conjuntos de datos de gran tamaño, que son los que ofrecen el mayor poder estadístico para detectar diferencias, son muy difíciles de conseguir. Otra de las limitaciones que se dan con la observación directa es que los sujetos pueden actuar de manera no tan “honesta” delante de un investigador.
Los sociómetros: ¿la respuesta?
Para su estudio, el equipo de investigación proporcionó sociómetros a un grupo de hombres y mujeres, y les dividió en dos ambientes sociales diferentes durante un total de 12 horas. En el primer escenario, se pidió a un número determinado de estudiantes que completaran un proyecto individual sobre el que podían hablar libremente entre ellos durante 12 horas al día. En el segundo escenario, empleados de un call center de una importante firma estadounidense llevaron encima el sociómetro durante 12 días a la hora del almuerzo (1 hora de duración), sin ninguna tarea asignada.
Los resultados mostraron que las mujeres eran sólo ligeramente más propensas que los hombres a participar en las conversaciones en el marco del almuerzo, en conversaciones tanto largas como cortas. En el ámbito académico, en el que las conversaciones probablemente indicaron colaboración en torno a la tarea, las mujeres mostraron ser mucho más propensas a participar en conversaciones largas que los hombres. Este efecto también se dio en las conversaciones más cortas, pero en menor grado. Estos hallazgos se limitan a pequeños grupos de hablantes. Cuando los grupos estaban formados por seis o más participantes, fueron los hombres quienes más hablaron.
Fuente | Sciencedaily