Es poético pensar en las estrellas. Si nos acercásemos lo suficiente a una, por ejemplo a nuestro Sol, (y suponiendo que pudiésemos soportar su calor). ¿Qué escucharíamos?
Respuesta corta: absolutamente nada.
Es un error típico de las películas de ciencia ficción pensar que existe el sonido en el espacio. En realidad no se pueden escuchar las naves espaciales explotando, ni siquiera el típico fiuuu de las armas laser de la nave. Como dice el eslogan de la película de Alien: “En el espacio nadie puede oír tus gritos”.
Esto es debido a la propia naturaleza del sonido. Lo que llamamos sonido en realidad son vibraciones de las moléculas que componen el aire, que somos capaces de captar e interpretar gracias a nuestro oído y cerebro. No solo captamos como sonido las vibraciones del aire, sino que también podemos detectar vibraciones de solidos o líquidos, de hecho, somos mejores captando este tipo de vibraciones. Si apoyas tu oreja contra la mesa y la golpeas de lejos escucharás el sonido con más claridad que alejado de la mesa, y cuando metes la cabeza dentro del agua en una piscina eres capaz de oír el sonido de las burbujas estallando a tu alrededor. Aun así, para que haya sonido siempre hay un requisito: que haya algo que sea capaz de vibrar. En el espacio hay un vacío de partículas, no hay nada, ningún átomo de ninguna sustancia, de manera que es imposible que algún sonido pueda llegar a nuestros oídos. Los astronautas únicamente escuchan los sonidos que emita su propio cuerpo y los que pueda producir el traje espacial que está relleno de aire, pero fuera del mismo no hay sonido que valga.
Sin embargo hay un momento en la vida de ciertas estrellas en las que si emiten sonido: en su muerte. Las estrellas están formadas principalmente por gas hidrógeno y helio. En su interior las altas presiones y temperaturas permiten la formación de elementos químicos cada vez más pesados, como el hierro. Ciertas estrellas crecen tanto que finalmente explotan formando una supernova. Como en la explosión se libera energía y materia de la estrella sí que es posible recibir vibraciones sonoras. Y no producen un sonido débil precisamente, sonarían como 10 octillones de bombas atómicas de dos megatones detonadas simultáneamente. Es un sonido tan potente que es inimaginable. Sin embargo, para tener el privilegio de oírlo, deberíamos sobrevivir a una onda expansiva que viaja a 30000 kilómetros por segundo y con una energía de 1044 julios, unas condiciones difícilmente soportables por cualquier material que podamos construir actualmente. Por ahora es mejor dejar este fabuloso concierto para los poetas y los enamorados.
Fuente | Popular Science