Imagino que todos habéis escuchado lo de “el desayuno es la comida más importante del día” (aunque si esto fuera indiscutiblemente cierto, me pregunto porque la gran mayoría de personas sigue incluyen en su primera toma del día bollería, cereales azucarados o pan refinado con una generosa cantidad de margarina y mermelada). Pero al margen de la veracidad de esta frase sí que es cierto que, cuando se trata de perder peso, se empieza a dar más importancia al desayuno.
Seguro que incluso habrá alguna persona que antes no desayunaba y tras decidir que quiere perder algo de grasa empieza un plan que sí incluye un buen desayuno. Muchas veces, incluso nosotros los dietistas-nutricionistas, para explicar la importancia que tiene el desayuno en la pérdida de peso llegamos a comentar que estudios (1, 2) han demostrado que una correcta ingesta a primera hora de la mañana favorece una menor ingestión de energía durante el resto del día.
¿Sin embargo que hay de cierto en esto? ¿Todos los estudios son así de concluyentes? Pues parece que no:
- Una investigación llevada a cabo el año pasado por un equipo de Munich (3) concluye que un menor consumo de energía en el desayuno está asociado con una menor ingesta total diaria y que por lo tanto, los sujetos con sobrepeso y/u obesidad pueden considerar la reducción de las calorías del desayuno como una opción sencilla para mejorar su balance de energía diaria.
- Un estudio un poco más antiguo (4), que investigó la ingesta de más de 500 sujetos evidenció que aquellos que se saltaban el desayuno tenían una menor ingesta diaria de energía.
- Otro estudio menos concluyente (5), hizo un seguimiento a casi 3000 personas que habían tenido una pérdida de peso media de más de 30 kg durante 6 años y halló que la mayoría de los sujetos (78%) desayunaban de forma habitual. Sin embargo también se observó que, por un lado, el 22% restante que se saltaba el desayuno de forma regular también mantuvo la pérdida de peso y que, por otra parte, los sujetos que desayunaban de forma regular declararon realizar más ejercicio físico.
Debido a estas incongruencias en los estudios (1, 2 vs 3,4) resulta arriesgado extraer conclusiones, en parte también, debido al diferente enfoque metodológico existente entre cada estudio y porque no fueron diseñados específicamente para evaluar la relación del desayuno con cambios en el peso corporal. Por tanto, no puede afirmarse que desayunar bien ayude a perder peso.
Posiblemente cada sujeto tenga unos hábitos adquiridos y lo que parece más cómodo y sencillo para uno (como hacer un desayuno completo y cenar ligero) puede ser tortuoso y complicado para otro (acostumbrada a no desayunar y cenar más cantidad). Así, la importancia del desayuno puede variar mucho de un sujeto a otro. Es tarea del dietista-nutricionista o de cada persona en su propio caso, saber discernir qué distribución será más llevadera y de fácil adhesión. Cabe recordar ante este aspecto que una dieta puede ser todo lo perfecta posible, pero si a la persona le resulta difícil adherirse a ella acabará por no cumplirla y por tanto, no servirá para nada.
Fuentes| Consenso FESNAD-SEEDO