Volar es algo que todos hemos querido hacer en algún momento de nuestra vida. Bueno, volar o simplemente flotar en el aire. Puede que sea por la sensación de libertad que da no tener que soportar nuestro peso por lo poderosos que nos hace sentir, pero siempre hemos fantaseado con poder volar libres. Todavía ningún humano lo ha coseguido en un sentido estricto, pero sabemos de algunas ranas que tiene experiencia en eso de levitar.
Pero no hablemos antes de tiempo. El tema de hoy son los imanes permanentes. De los electroimanes ya os hablamos la semana pasada, pero nos “olvidamos” de los imanes que no necesitan corriente eléctrica para ser imanes. Esto se debe, como veremos ahora, a las propiedades intrínsecas de dichos materiales.
Lo primero que debemos saber es que los átomos son pequeños (pequeñísimos) imanes naturales cuya fuerza varía dependiendo de los electrones que tengan. Estos átomos se juntan para formar materiales y al hacerlo los polos magnéticos suelen quedar orientados de forma aleatoria de forma que los efectos se cancelan y tenemos los materiales no magnéticos.
Sin embargo, en los materiales magnéticos estos átomos siguen una orientación determinada, por lo que su fuerza se combina y dan lugar a imanes con fuerzas que podemos apreciar. El ejemplo más típico es la magnetita, pero existen mucho otros materiales que presentan esta propiedad.
Pero esta no es toda la historia, está también el caso cuando se colocan bajo un campo magnético y convertirse en imanes. Es lo que pasa cuando ponéis un destornillador que tenga hierro cerca de un imán y luego veís que atrae los tornillos como un imán normal.
Y ahora llegamos a lo interesante de hoy, los diamagnéticos. Estos son la mayoría de materiales comunes, y lo que presentan son átomos desalineados que bajo un campo magnético se orientan de forma que se oponen a él y repelen al imán. Algo que a priori puede resultar aburrido, pero es lo que nos permite realizar el truco que veis justo debajo.
Como podéis ver en el vídeo ¡parece que las ranas pueden levitar! El secreto es que la rana se encuentra dentro de un campo magnético creado por unos imanes muy potentes. Estos imanes hacen que el agua que contiene la rana reaccione. El agua es diamagnética y su respuesta es un campo magnético que repele el externo. Al equilibrarse estas fuerzas de repulsión con el propio peso de la rana, esta levita.
Las investigaciones ahora, una vez conseguido levitar ranas, es hacer levitar objetos más grandes como piezas grandes de fruta… ¡o incluso humanos! Aunque para eso aún quedan algunos años. Hasta entonces tendremos que conformarnos con soñar que volamos.