“¡Ya te has vuelto a perder! ¡Si es que siempre te haces un lío con los mapas!” “Claro, pero si a ti te hubiese dado la gana preguntar a alguien cómo llegar no estaríamos aquí dando vueltas”.
¿Os suena la conversación? Me atrevería a decir que casi todos hemos vivido alguna situación similar en algún momento de nuestras vidas. Por lo general la primera parte se atribuiría a una voz masculina y, la segunda, a una femenina. Debido a esta razón, existen numerosos estudios antiguos que afirman la existencia de “cerebros de hombre o de mujer”. Además, esto sirvió como trampolín para un montón de libros del tipo “Los hombres son de Marte, las Mujeres de Venus”.
Sin embargo, un estudio reciente llevado a cabo por científicos israelíes, alemanes y suizos pone de manifiesto que no existe tal cosa y que el cerebro realmente está formado por una especie de mosaico de lo que se conocía hasta ahora como cerebros masculinos o femeninos.
¿En qué consiste este mosaico de cerebros?
Los estudios antiguos principalmente se basan en cuestionarios, puesto que no existían los avances tecnológicos actuales necesarios para obtener imágenes cerebrales de gran resolución. Estos cuestionarios inducían a pensar que los cerebros de distinto sexo eran diferentes, pero hoy sabemos que no existen estas diferencias significativas a nivel de materia gris, materia blanca, conexiones cerebrales o grosor de la corteza cerebral, como cabía esperar.
No ocurre lo mismo en el caso de los genitales; que, como sabemos, sí son muy diferentes entre sexos. De hecho, como afirma Daphna Joel, principal investigadora de este estudio, aproximadamente el 99% de las personas tienen genitales únicamente masculinos o femeninos, siendo por lo tanto muy pocos los que muestran genitales de ambos sexos (hermafroditismo). Sin embargo, en el caso del cerebro, casi el 100% de los humanos muestran ambos tipos de cerebro a la vez y una pequeña excepción poseen un cerebro “únicamente masculino o femenino”. Por lo tanto, mostramos algo a lo que se le ha llamado “hermafroditismo cerebral”.
¿Cómo se han obtenido estos resultados?
Para llegar a estas conclusiones, se han desarrollado una serie de estudios en los que han participado muestras muy grandes y heterogéneas de individuos. Concretamente comenzaron con imágenes de los cerebros de 1400 voluntarios de diferentes proyectos científicos. Estas imágenes no se tomaron a través de una sola técnica, sino que se comprobaron con diferentes tecnologías especializadas en el análisis primordial de zonas diferentes del cerebro, de modo que se evitaban los sesgos.
Apenas se encontraron diferencias entre ambos sexos, sólo hubo un pequeño contraste nada significativo estadísticamente en algunas zonas concretas, por lo que se concluye que nuestro cerebro es un mosaico femenino y masculino y que, simplemente, hay algunas piezas que se repiten con mayor frecuencia en uno u otro sexo, pero sin conferir una predominancia sexual al cerebro.
Esa puede ser la causa por la que sí que es cierto que las mujeres a veces nos aturullamos con los mapas y los hombres tienen reticencias a la hora de pedir indicaciones con más frecuencia que nosotras, pero no es único de un sexo, sólo es una pieza más frecuente en el mosaico.
Por lo tanto, no existen dos cerebros, ni siquiera existe uno, existen tantos cerebros como personas diferentes y por eso no se nos debería considerar más o menos cualificados por el género de nuestro cerebro, sino por cómo lo utilizamos.
Fuente: PNAS