Cuando hablamos del LSD y su descubrimiento por parte de Albert Hoffman también comentamos el hecho de que se intentó investigar el potencial curativo y terapéutico de esta droga, cosa que siempre ha sido complicada al tratarse de un alucinógeno. Pero con los “hongos mágicos”, aunque durante décadas ha habido cierta polémica, actualmente se están encontrando resultados prometedores a partir de una serie de pequeños estudios. La psilocibina alucinógena tiene más potencial médico del que pensamos.
Según una investigación presentada en la reunión anual del Colegio Americano de Neuropsicofarmacologia (ACNP), la psilocibina (versión artificial de la sustancia producida por los “hongos mágicos”) podría ser un gran tratamiento contra la ansiedad sufrida por los pacientes con un cáncer terminal o como tratamiento contra el alcoholismo.
Para que entremos en materia, la psilocibina es un ingrediente activo que se encuentra en los hongos de la especie Psilocybe, usado durante cientos y cientos de años en rituales y ceremonias de América del Sur. Posteriormente, durante los años 1950 y 1960, las investigaciones con ingredientes alucinógenos, como los del LSD, empezaron a desengranar un posible uso en como terapia para algunas enfermedades, pero su popularidad para el uso lúdico, en forma de drogas, fue bastante contraproducente, y acabaron siendo prohibidas para el uso recreativo, tanto el LSD como la psilocibina.
Psilocibina y ansiedad durante el cáncer terminal
En cuanto a las investigaciones, en la década de 1950 se encontró que el LSD actuaba en el cerebro de forma similar a la serotonina, dando a entender que podía modificar el comportamiento humano (en este caso, el estado de ánimo).
Por otra parte, los científicos del Johns Hopkins Hospital, durante las investigaciones con psilocibina, han tratado a más de 150 voluntarios en 350 sesiones de prueba de drogas. Aunque muchos de ellos han experimentado algún tipo de reacción de ansiedad, ninguno informó de efectos adversos a largo plazo, y hasta el 70% calificó la experiencia como uno de los 5 eventos más significativos de su vida (comparándolo incluso con el nacimiento de su primer hijo).
Hoy en día se tiene mucho cuidado a la hora de recoger los datos de las experiencias de los participantes en los estudios, para no acabar siendo demasiado exagerados. Nos encontramos por ejemplo con el estudio de Grob UCLA con 12 pacientes con cáncer terminal, de edades entre 18 y 70 años, que sufrían ansiedad delante de la muerte. Se les informó de los posibles efectos de la psilocibina y se realizó un estudio con psilocibina y placebo, durante dos sesiones en un mes. Seis meses más tarde, habían reducido de forma significativa sus síntomas de depresión, y a pesar de que realmente no informaron sobre sentirse con menor ansiedad, ellos mismos se consideraban a si mismos menos preocupados y ansiosos que antes.
Psilocibina para tratar adicciones
Finalmente, tenemos el caso de la lucha contra las adicciones mediante este alucinógeno, unas investigaciones que solo acaban de empezar, pero ya muestran buenos resultados en pequeños grupos de voluntarios.
Según Paul Kenny, profesor de neurología en el Instituto de Investigación Scripps de Florida, y miembro del comité de programa para la reunión ACNP:
“Los potenciales efectos beneficiosos de la psilocibina en las adicciones son una cuestión importante que debe explorarse a fondo. Sin embargo, es importante tener precaución. Es poco probable que se use la psilocibina para tratar adicciones, de la misma forma que otras drogas alucinógenas que podrían ser usadas para el mismo fin, pues todas pueden tener efectos secundarios como trastornos psicológicos o incluso psicosis”
Como veis, aún queda mucho por investigar y saber acerca de esta sustancia alucinógena. Pero, quien sabe, puede que acabe sucediendo algo similar a la marihuana que no coloca, a la que fueron capaces de eliminar su efecto perjudicial y quedarse solo con el terapéutico A lo mejor dentro de unos años volvemos a tratar el tema en MedCiencia y os contamos que lo han conseguido, ¿quién sabe?
Vía: TIME.