Todos, en algún momento, nos habremos quedado de piedra al ver o escuchar la noticia (del 14 de octubre de este año) del salto desde la mayor altura jamás alcanzada por un ser humano. Ese hito en la historia corresponde al austríaco Félix Baumgartner. El salto fue realizado desde la estratosfera, realmente, un poco lejos de donde nos encontramos tú (donde quiera que estés leyendo este artículo) y yo, ahora mismo.
Estratosfera, ¿dónde está y hasta dónde llega?
La atmósfera se compone de una serie de capas, que serían las siguientes, de más alejada de nosotros y más cercana al espacio, a más cercana a nosotros: exosfera, termosfera, mesosfera, estratosfera y troposfera.
La última capa, la troposfera, es la parte más baja de la atmósfera, alcanza una altura máxima que se sitúa entre los 10 y los 12 kilómetros de altura de media (entre 6 y 7 kilómetros de altura en los polos, y entre 15 y 16 kilómetros en el ecuador); lugar donde comienza la estratosfera, justo por encima de la anterior, y que llega aproximadamente, hasta los 50 kilómetros de altura (como dato, Félix saltó desde 39 kilómetros). En estas dos capas atmosféricas se han hallado datos muy preocupantes sobre la realidad del cambio climático en la Tierra.
¿Qué datos son?
El estudio, dirigido por el Laboratorio Nacional del Clima Lawrence Livermore, y publicado ayer día 29 de noviembre, en la revista Proceeding of the Nacional Academy of Sciences; revela que se han producido cambios de temperatura en la troposfera y en la estratosfera, relacionados con la actividad humana.
Se midieron datos de satélite de temperatura y de emisiones de ondas de las moléculas de oxígeno, y se compararon con simulaciones de 20 modelos climáticos distintos, hechos por ordenador, y se concluye que la parte más baja de la estratosfera se enfrió en gran medida en los últimos 33 años, y se ha producido un calentamiento a gran escala de la parte más baja de la troposfera.
¿Más frío en estratosfera y más calor en troposfera?
En la estratosfera, la temperatura aumenta con la altitud, al contrario de lo que ocurre en la troposfera y en la mesosfera. Esto se debe principalmente a la absorción de las moléculas de ozono que absorben radiación electromagnética en la región del ultravioleta.
Si estas moléculas de ozono son destruidas (por acción de aerosoles, compuestos halogenados, etc.) debido fundamentalmente a la acción humana; la temperatura de dicha zona en lugar de incrementar (que sería la situación normal, ya que el ozono retiene la radiación solar), disminuye.
Además, al desaparecer el ozono, la radiación procedente del sol, llega en mayor cantidad a la troposfera y a la superficie terrestre, favoreciendo el calentamiento global. Sería como si miles de personas llenaran la Gran Vía de Madrid, y todas tuvieran un paraguas, evidentemente, los rayos del sol no incidirían en el asfalto madrileño de dicha calle, pero si poco a poco, la gente recogiera sus paraguas, la luz y radiación del sol, incidirían de lleno sobre el suelo de la capital.
Por otro lado, el calentamiento troposférico se debe, primordialmente, a los incrementos (por causa humana) en los gases de efecto invernadero (dióxido de carbono, metano, óxido nitroso, etc.)
Según palabras de Benjamín Santer, director del equipo de investigación de este estudio: “es muy poco probable que por causas puramente naturales se puedan explicar estos patrones distintivos de cambio de temperatura; ya que no hay ningún modelo conocido de variabilidad climática natural, que cause este calentamiento a escala global y de forma sostenida de la troposfera y enfriamiento de la zona baja de la estratosfera”.
Esto, ¿a qué nos lleva?
Aunque estos datos van a ser un pilar fundamental de la 5ª evaluación del próximo Panel Intergubernamental para el Cambio Climático, previsto para el año 2014; estamos hablando de más de un año y de un efecto a escala planetaria, con lo que urge llegar a acuerdos (los gobiernos están precisamente en este punto, en esta semana, en Doha), no solamente colectivos, sino individuales, de todos y cada uno de nosotros. Primero, cambiando nuestra forma de pensar, para posteriormente consumir y vivir, tratando de reducir al máximo hasta finalmente eliminar, las emisiones de gases contaminantes, y llegar a un modelo sostenible en todos los aspectos.
Fuente: Proceeding of the Nacional Academy of Sciences
Imagen: Periodista Digital