Este es el año de la Relatividad General del genio Albert Einstein, como conmemoración del primer centenario desde su formulación. Aquí ya hemos hablado anteriormente de la Relatividad General, pero corresponde refrescar la memoria un poco y rendir tributo a uno de los personajes más importantes de nuestra historia. Hoy queremos recordar la parte más humana de este genio a través de sus idas y venidas con la constante cosmológica y lo que él mismo calificó como “el error más grave de Einstein” como forma de acercarnos a este genio desde un punto de vista diferente.
La Relatividad General y su controversia
Antes de comenzar es pertinente repasar el contexto en el que Einstein cometió el error más grave de su carrera para enteder bien por qué lo cometió y por qué en realidad el error no fue el que él creía. Nos situamos en los “felices” años 20; Albert Einstein ya goza de fama mundial gracias a sus publicaciones entre 1915 y 1916 sobre Relatividad y efecto fotoeléctrico (este último fue la llave del premio Nobel que recibió en 1922). La comunidad científica estaba sumida en un frenetico agetreo observando y calculando las implicaciones de la Teoría General de la Relatividad.
Einstein fue el primero que creyó a las ecuaciones por encima del sentido común descubriendo que en realidad el tiempo y el espacio dependen de la velocidad del observador; sin embargo su famosa teoría predecía consecuencias que ni él era capaz de creer. En concreto lo que más molestaba a Einstein era el hecho de que sus ecucaciones predecían que nuestro universo se contrae o se expande, pero que no es estático, algo que iba en contra del sentido común y de las observaciones hasta la fecha. Y justo así, por la incredulidad, comienza el error más grave de la carrera de Einstein.
El error más grave es la cabezonería, no la constante cosmológica
Para evitar este problema Einstein revisó sus ecuaciones y encontro que existía un término que él había supuesto cero pero que, de no serlo, podría permitir un universo estático como por entonces se creía que era el nuestro. Einstein introdujo este término de nuevo en las ecuaciones bajo el nombre de “constante cosmológica” de forma que el Universo tal y como él creía que era podía obedecer las leyes de la Relatividad General. Los años pasaron y la comunidad científica se dio cuenta gracias a muy precisas observaciones, que el universo en realidad se expandía. La constante cosmológica no era ya necesaria.
Einstein calificó por entonces como “el error más grave de mi carrera” haber introducido ese término que en un principio había sido suprimido. Irónicamente y como si el destino quisiera burlarse de Einstein, a lo largo de los años y gracias a medidas más precisas, se descubrió que la constante cosmológica no era nula, sino que juega un papel muy importante en la evolución del universo. Hoy día se entiende que esta constante es la responsable de la expansión acelerada del Universo, haciendo que el error más grave de Einstein fuera decir que la constante cosmológica fue su error más grave.
Para los que tengan interés en profundizar un poco más en el tema sin que les explote la cabeza, os recomiendo el vídeo sobre estas líneas en el que explican las idas y venidas de esta constante de forma muy sencilla. Para los demás, y ya terminando el artículo de hoy, quiero hacer una pequeña reflexión sobre esta curiosa historia. Y es que una vez más la historia nos enseña que en ciencia no importa quién crea qué, lo que manda es la realidad, las medidas y que ni siquiera el científico más popular e influyente de la historia puede discutir los hechos y los experimentos; porque al fin y al cabo la ciencia es la descripción del mundo que nos rodea, no de las personas que lo investigan.