Parece que la carne roja no sale de un estudio y vuelve a meterse en otro, y no precisamente para bien. El pasado año 2014 ya se constató el riesgo que tenía el consumo de carne roja a nivel cardiovascular, y este mismo año 2015 se ha llegado incluso a relacionar con el cáncer (aunque no al nivel de las carnes procesadas, y con la necesidad de muchos estudios por delante según la OMS).
Ahora, según se refleja en un reciente trabajo de la revista Stroke, se habría llegado a la conclusión de que el consumo de carne roja (y no de otros tipos de carne) podría aumentar el riesgo de accidente cerebrovascular o ictus.
La carne roja y el riesgo de accidente cerebrovascular
Para llegar a esta conclusión, los investigadores de la Universidad de Würzburg (Alemania) analizaron los datos de unas 11.000 personas de entre 45 y 64 años de edad sin factores de riesgo para sufrir un accidente cerebrovascular, como podrían ser la diabetes o las enfermedades cardíacas. Se siguió a la mitad de ellos desde 1987 hasta 2011 (unos 23 años).
Según los datos posteriores, aquellos individuos que consumían más carne roja tenían hasta un 47% más de riesgo de sufrir un ictus que los que consumían una menor cantidad de este tipo de carne. Por su parte, las proteínas procedentes de otras fuentes como aves de corral, mariscos, vegetales, legumbres o frutos secos no obtuvieron tal asociación con el riesgo de accidente cerebrovascular.
En anteriores estudios se había llegado a vincular el exceso de consumo de proteínas en general con el riesgo de ictus, pero esta vez los hallazgos tan solo han vislumbrado tal asociación con la carne roja en particular, siempre teniendo en cuenta un exceso de cantidad de la misma.
Carne roja: El exceso es el problema
De nuevo, como ya sucedió con el reciente estudio sobre las carnes procesadas y el cáncer, el problema con la carne roja y el riesgo de ictus se debe a un exceso de cantidades (y no al consumo como tal). Durante el estudio se dividió a los participantes en cinco grupos, donde el grupo que menos consumía proteínas era de unos 49 g de proteína diaria; mientras que el grupo de mayor consumo proteico llegaba a los 93 g de proteína diaria.
El consumo de carnes procesadas (tocino, chorizo) se vinculó a un aumento del riesgo de ictus del 24%; pero las carnes rojas de forma específica llegaban a aumentar hasta un 41% dicho riesgo de media (y si eran hombres, hasta un 62% más de riesgo), siempre hablando del grupo que consumía mayores cantidades del alimento.
Para finalizar, cabe dejar claras las limitaciones del estudio: Se trata de un estudio observacional, donde solo se obtuvieron datos de la ingesta de proteínas en dos puntos concretos del tiempo y sin tener en cuenta hábitos alimenticios a lo largo de los 23 años de seguimiento. Por otra parte, no se asigno a los individuos el consumo o no de carne roja al azar, por lo que no podemos saber si el cese del consumo de dicha carne serviría para reducir el riesgo. Además, , o si el mismo consumo como tal es el problema (los llamados “factores de confusión” y “sesgos”).
Aún así, el estudio debería tenerse en cuenta como base para futuras investigaciones, ya que no es la primera vez que la carne roja se encuentra en el punto de mira del riesgo cardiovascular.
Vía | Reuters.
Fuente | Stroke.