A raíz del éxito del artículo de La ciencia de los besos, he decidido buscar algo de información sobre algo más, la ciencia del amor. Hace tiempo, no se exactamente donde, leí que una relación estándar (científicamente hablando) solo dura alrededor de año y medio (18 meses). Se me ocurrió la feliz idea de contarle esto a una chica con la que estaba saliendo en ese momento, gran error, pues en ese momento llevábamos unos 16 meses juntos, y 2 meses después me dejó … Moraleja: no habléis de amor y ciencia con vuestra pareja, puede ir muy mal.
Pero vayamos al tema, ¿Cómo actúan las hormonas en el fenómeno del amor? Los románticos dirán que no todo se explica con ciencia, y es verdad, no se puede explicar todo porque la ciencia aún no lo sabe todo, pero poco a poco y desde hace unos 20 años se ha empezado a investigar más enserio.
Como señala el psiquiatra español residente en Nueva York, Luis Rojas Marcos:
“Antes nos habíamos centrado sobre todo en estudiar enfermedades, pero hace dos décadas también nos ocupamos científicamente de esos sentimientos que nos ayudan a superar la adversidad, a ser más felices”.
Pero ahora nos centraremos en las explicaciones de Helen Fisher, antropóloga de la Universidad de Rutgers (EEUU). Según ella, cada una de estas hormonas juega un papel diferente en las distintas fases del amor (deseo, atracción y cariño o rutina), y son también responsables del paso de pasión o “mariposas en el estómago” hacia unos sentimientos de más monotonía, tranquilidad y relax en definitiva.
Según Fisher, en la primera fase del amor o deseo, hay una segregación de hormonas sexuales tanto en hombres como mujeres. Es decir, se segregan estrógenos y testosterona. Aquí Jim Pfaus, de la Universidad de Montreal (Canadá), añade que estas son sustancias que inducen en el organismo unas sensaciones similares a las que sienten los consumidores de opiáceos (opio, morfina…).
Por otra parte la adrenalina es responsable de la aceleración del corazón (taquicardia, palpitaciones), la sequedad de boca, y la sudoración de las manos, igual que en otras situaciones de estrés o alarma del organismo (se activa el sistema nervioso simpático).
En la segunda fase del amor o atracción, se activa la dopamina, sustancia segregada en situaciones de placer como las relaciones sexuales, comer chocolate o consumo de cocaína. En el año 2000, un estudio de Arthur Aron (Universidad Stony Brook de Nueva York, EEUU), reveló mediante un escáner que las personas que se encuentran en esta fase primaria del amor tienen una elevada actividad en el área ventral tegmenal del cerebro, la cual llama “fabrica” de dopamina.
Hasta aquí hemos llegado a dos de las tres fases en las que está dividido el enamoramiento, donde aparece el deseo y la atracción. En el próximo artículo explicaré porque el amor, hormonalmente, puede catalogarse como obsesión o adicción y la última fase del proceso, el cariño, donde las parejas acaban en una rutina “necesaria” para el organismo, según la evolución.