Puede que en muchas ocasiones hayamos pensado, equivocamente, que los seres egoístas, gracias a dicho egoismo, son capaces de avanzar y evolucionar mejor que los altruistas, los que cuidan de sus semejantes, los que piensan más allá de ellos mismos. Este es un tema tratado intensamente en un libro muy interesante (aunque puede que un poco denso) que me recomendaron al empezar la carrera: El gen egoista. Dicho libro ya tiene casi 40 años y sus teorías siguen tratándose en las universidades. Pero, ¿qué dicen los estudios actuales?
Según un reciente estudio llevado a cabo por dos biólogos evolucionistas de la Universidad Estatal de Michigan (MSU en sus siglas en inglés), y publicado en la última edición de Nature Communications, la evidencia es que la evolución NO favorece a los seres egoístas, sino todo lo contrario. Así lo comenta el autor principal, Christoph Adami, profesor de microbiología y genética molecular de la MSU:
“Hemos encontrado que la evolución te castigará si eres egoísta. Durante un periodo corto de tiempo, y en contra de un conjunto específico de obstáculos, algunos organismos egoístas pueden salir adelante. Pero aún así, a largo plazo, el egoísmo no es evolutivamente sostenible”
El estudio se ha centrado en la teoría de juegos, que se utiliza en biología, economía, política y otras disciplinas. En las últimas tres décadas de investigación los estudios se han centrado en cómo funciona la cooperación entre semejantes, una cooperación que no es exclusivamente humana sino que sucede hasta en los seres más simples que se componen de una única célula.
Por otra parte, cabe recordar que el año pasado, en 2012, otro artículo científico habló de una estrategia llamada “Determinate Cero”, donde se hablaba de una forma de actuar que daba a los egoístas la forma de ganar siempre a los jugadores cooperantes.
“Ese documento causó un gran revuelo. El principal resultado afirmaba algo completamente nuevo a pesar de que los últimos 30 años de investigación sobre la cooperación afirmaban todo lo contrario”
Los científicos de la MSU tenían dudas sobre esta estrategia Determinate Cero (ZD en sus siglas en inglés), donde esencialmente se elimina la cooperación y se habla de un mundo lleno de seres egoístas. Así pues, los investigadores usan la computación de alta potencia para ejecutar cientos de miles de juegos, y así detectaron que las estrategias ZD nunca puede ser evolutivamente factible. Si bien la estrategia ZD ofrece ventajas contra oponentes no-ZD (los seres cooperantes o altruistas), no funcionaria bien contra otros seres ZD, o egoístas.
“En un entorno evolutivo, con las estrategias de población, se necesita información adicional para distinguirse entre si”
Así pues, las estrategias egoistas o ZD solo funcionaban si los jugadores conocían a sus oponentes y se adaptaban en consecuencia (algo descrito en el libro de El Gen Egoista, donde Richard Dawkins habla de una adaptación de los genes para poder seguir sobreviviendo y pasando de generación en generación). Por tanto, un jugador ZD jugaría de una manera determinada contra otro jugador ZD, pero de forma diferente contra un jugador cooperativo o no-ZD.
Así concluyen los investigadores su estudio:
“La única manera de que los estrategas ZD puedan sobrevivir sería si pueden conocer a sus oponentes. Incluso si los estrategas ZD siguieran ganando y solo quedaran estrategas ZD en el mundo, deberían evolucionar hacia el cooperativismo, pasando a ser seres cooperantes por simple supervivencia”
Como veis, la evidencia lo deja claro: Ser egoísta puede funcionar a corto plazo, pero jamás a largo plazo. La evolución favorece a los seres cooperativos, y castiga a los egoistas.