Que la música en general y tocar un instrumento aportan beneficios múltiples es bien sabido. Cada vez son más los especialistas que recomiendan el mantenimiento de la formación musical en los programas educativos para para mejorar las habilidades lectoras y de escritura, mejorar la plasticidad cerebral o la memoria o aumentar la inteligencia espacial (capacidad para percibir de forma detallada el mundo y formar imágenes mentales de los objetos).
Poco se había estudiado, no obstante, sobre la influencia entre la música y la función ejecutiva. Ésta comprende aquellos procesos cognitivos de alto nivel que permiten a las personas procesar y retener información, regular sus conductas, tomar buenas decisiones, resolver problemas, y planificar y adaptarse a las cambiantes y rápidas demandas mentales.
Un estudio llevado a cabo por investigadores del Boston Children’s Hospital ha revelado un posible vínculo biológico entre la formación musical temprana y la mejora de la función ejecutiva en niños y adultos. El trabajo, publicado en la revista PLoS ONE, ha examinado mediante imágenes por resonancia magnética las áreas del cerebro asociadas con la función ejecutiva, y han ajustado los resultados en base a posibles factores socioeconómicos.
Según los investigadores, la función ejecutiva es un fuerte predictor de rendimiento académico, incluso más importante que el coeficiente intelectual. También delcaran que estos hallazgos deberían tener implicaciones educativas importantes. Ojalá el gobierno español tomara nota de esto, después de que hace escasos meses se encendió la alarma social al advertir que, gracias a la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), los alumnos podrían terminar la escolarización obligatoria sin estudiar música, porque ésta pasa a ser optativa. Los mismos investigadores se quejan de la situación en Estados Unidos, ya que, mientras que muchas escuelas están reduciendo los programas de música y dedican cada vez más tiempo a la preparación de exámenes, los resultados sugieren que el entrenamiento musical podría, de forma certera, ayudar a formar a los niños hacia un mejor futuro académico.
Comparativa entre músicos y no músicos
Un número muy reducido de trabajos habían examinado anteriormente los efectos de la música sobre la función ejecutiva. Y de entre estos pocos estudios, los resultados habían sido contradictorios y limitados por la falta de mediciones cerebrales objetivas, el análisis de sólo unos pocos aspectos de la función ejecutiva, la falta una buena definición en lo que se refiere a formación musical y también de grupos de control, y el ajuste inadecuado de factores muy importantes, como el nivel socioeconómico.
Los investigadores compararon 15 niños musicalmente entrenados, de 9 a 12 años, con un grupo control de 12 niños no entrenados de la misma edad. Los niños entrenados tenían que haber tocado un instrumento durante al menos 2 años en clases de música regulares y privadas. De media, estos niños habían practicado durante 5,2 años 3,7 horas por semana, y habían comenzado con una media de 5,9 años. Del mismo modo, los investigadores compararon de forma similar a 15 adultos que eran músicos profesionales activos con 15 no músicos. Ambos grupos de control no tenían ninguna formación musical más allá de los requisitos generales de la escuela.
Dado que los factores demográficos familiares pueden influir en si un niño recibe clases particulares de música, los investigadores también compararon los grupos no músicos/músicos a partir de la educación de los padres, el estado laboral paterno y particular (para los adultos) y el nivel de ingresos familiar. Los grupos, también emparejados por el coeficiente intelectual, se sometieron a una batería de pruebas cognitivas, y a los niños también se les sometió a resonancia magnética durante la prueba.
En las pruebas cognitivas, los músicos adultos y niños musicalmente entrenados mostraron una mejora del rendimiento en varios aspectos de la función ejecutiva. En las imágenes cerebrales, los niños con formación musical mostraron una mayor activación de áreas específicas de la corteza prefrontal relacionadas con la función ejecutiva durante una prueba a través de la cual se les hizo cambiar entre diferentes tareas mentales.
El huevo o la gallina
La duda que tienen ahora los investigadores es si los niños que estudian música podrían tener ya incorporadas habilidades ejecutivas que de alguna manera los atrajeran a la música y estuvieran más predispuestos a seguir con las clases. Establecer que la formación musical influencia de forma directa a la función ejecutiva, y no al revés, es lo que esperan descubrir mediante estudios adicionales que hagan un seguimiento a los niños a través del tiempo, y asignándolos a una posible formación musical al azar.
Fuente | Sciencedaily