La homosexualidad en el cerebro

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Hablar sobre la homosexualidad desde el punto de vista biológico y científico siempre ha sido un poco peliagudo. Parece que cualquier cosa que se diga y/o escriba pueda sentar mal, cuando posiblemente se diga sin malas intenciones. Lo que ya tenemos claro, y menos mal, es que NO es una enfermedad, aunque parece que a la OMS le costó unos años retirarle ese falso concepto (cosa que sucedió en el año 1990), y la misma Asociación Americana de Psiquiatría se adelantó más de 15 años a esto, retirándola de los manuales DSM en 1973.

Ahora bien, desde el punto de vista evolutivo, ¿cómo se explica la homosexualidad? ¿cómo se explica un rasgo que reduce las posibilidades de reproducción y descendencia? Nuestro cerebro tiene algunas respuestas sobre la orientación sexual, pero aún no tenemos respuesta a todas las dudas.

La identidad de género en el cerebro

Por un lado tenemos lo que se llama “identidad de género”, que es la sensación de sentirse hombre o mujer, independientemente de los rasgos físicos exteriores. Este rasgo también tiene cierta influencia en la determinación de la sexualidad, y en él influyen hormonas como la testosterona ya en el vientre materno, afectando al aún feto en desarrollo.

Según un estudio, el cerebro humano es capaz de mostrar rasgos masculinos o femeninos con total independencia de los rasgos sexuales físicos exteriores. En otras palabras, un feto puede tener rasgos externos de niño, pero su cerebro puede hacer que se sienta como una niña. Esto se debe a que, durante el desarrollo en el vientre materno, la identidad de género y la diferenciación sexual de los genitales se desarrollan por diferentes caminos. El primero, la identidad de género, tiene lugar en la segunda mitad del embarazo. Sin embargo, la diferenciación sexual de los genitales se produce en las primeras 8 semanas de este. Cuando estos dos no confluyen es cuando se produce la transexualidad (algo que, de nuevo, no podemos llamar “trastorno” ni “enfermedad”, pues como veis la forma de desarrollo durante el embarazo permite que esto se produzca de forma normal).

La orientación sexual en el cerebro

Por otra parte, y por otra vía de desarrollo como ya hemos comentado, está la orientación sexual: Heterosexualidad, homosexualidad o bisexualidad. Según los estudios cada una de estas orientaciones tiene sus propias peculiaridades a nivel cerebral, ya sea estructuralmente o químicamente. Aunque en algunos países o culturas no se tenga claro, los factores socioculturales, la educación, la moral o el nivel de estudios NO determinar la orientación sexual. Dicha orientación viene determinada a nivel neural y, como también hemos mencionado, ya se produce durante el desarrollo fetal (según las investigaciones y conocimientos actuales).

Según los neurocientíficos las áreas cerebrales tales como el hipotálamo o la amígdala, además de la conectividad neuronal entre hemisferiocerebrales, tendrían algún tipo de contribución en cuanto a la orientación sexual se refiere.

Concretamente, un estudio realizado por Savic y Lindström indica que existen diferencias cerebrales en personas homosexuales y heterosexuales. Se trataría de diferencias a nivel anatómico y de conectividad cerebral. Curiosamente, los cerebros de los individuos heterosexuales eran similares a los de los homosexuales del sexo opuesto. En otras palabras, las lesbianas y los hombres heterosexuales tenían estructuras y conexiones cerebrales similares, mientras que los gays y las mujeres heterosexuales compartían también estructura y funcionalidad cerebral.

Por otro lado, otro estudio investigó los cerebros de individuos transexuales hombres que se sentían mujeres, en comparación a hombres y mujeres heterosexuales. Se encontró que el volumen de materia gris de estos individuos transexuales era más o menos similar a los cerebros de los hombres heterosexuales, pero había una región, la del putamen derecho, que era ligeramente mayor en comparación. Este estudio reforzaría al anterior, indicando que la estructura y funcionalidad cerebral jugarían un papel importante en la determinación de la identidad de género.

Asimismo, entre las conclusiones del estudio de Savic y Lindström también se habla de la variación de conexiones neuronales entre individuos heterosexuales y homosexuales. Los hombres gay y las mujeres heterosexuales mostraban mayor conectividad neuronal en la corteza cingulada y las regiones de la amígala contralateral en comparación a los hombres heterosexuales y las lesbianas, respectivamente. Por su parte, los hombres heterosexuales y las lesbianas tenían un mayor número de conexiones neuronales en la corteza del lóbulo frontal y las regiones de la corteza parietal.

Cabe destacar que este estudio es el primero en demostrar que las diferencias existentes en conexiones neuronales tienen tanta importancia e influencia en la orientación sexual, demostrando así que dicha orientación está determinada en gran medida de forma congénita (desde el nacimiento).

Conclusión

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Como podéis observar, tanto la identidad de género como la orientación sexual e incluso la atracción sexual son un gran complejo de factores que pueden darse juntos, o no. En algunos momentos no se sincronizan (si la identidad y la orientación van por separado, se produce la transexualidad), pero esto no significa que algo haya ido “mal” o que debamos llamarlo “trastorno” o “enfermedad”. Si de forma natural en el desarrollo pueden darse por separado, y se dan, simplemente es una variación dentro de la normalidad. Eso sí, aún no está totalmente claro si la orientación sexual es totalmente congénita o existe influencia de factores ambientales, aunque los estudios actuales abogan por la hipótesis congénita. Sin embargo, es necesario ser cautos, y esperar a futuras investigaciones en este campo. Todo conocimiento es bien recibido.

El problema actual es que muchas culturas y sociedades de nuestro siglo siguen sin querer comprender, por miedo o ignorancia, cómo funciona el cuerpo humano, la genética y sobre todo el cerebro, este último gran protagonista de lo que hemos explicado hoy. Por suerte, algunas grandes potencias mundiales ya han dejado dicho miedo o ignorancia atrás, como es el caso de EE.UU. y la declaración legal de que las parejas del mismo sexo puedan casarse sin mayor impedimento. Veremos si otros países más taciturnos como Rusia toman ejemplo.

Vía | Brain Blogger.

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