En los últimos años es un hecho que estamos obsesionad@s con nuestra esperanza de vida. En algunas ocasiones os hemos hablado de métodos que pueden medir este parámetro, como un simple análisis de sangre, o un método más divertido y con base científica, como la calculadora de la Esperanza de Vida de la que os hablamos hace un tiempo.
Eso si, aunque nos gustaría alargar nuestra esperanza de vida con métodos artificiales, la realidad es que los mejores métodos ya los conocemos: vida activa, dieta saludable, ejercicio, evitar tóxicos… Y, como podréis comprobar con tan solo salir a la calle, no todos tenemos la edad biológica que aparentamos. Pero ahora si podemos medir esta edad biológica real, mediante una hormona.
La Irisina, una hormona de reciente descubrimiento y producida por los músculos tras el ejercicio físico, ha sido la molécula elegida por los científicos de la Universidad de Aston (Reino Unido) para relacionarla con el envejecimiento. Y resulta que si, hay bastante relación.
Normalmente la irisina en los seres humanos tiene la capacidad de reprogramar las células grasas para que gasten dicha grasa en forma de energía, en lugar de almacenarla. Esto aumenta el metabolismo, con sus consecuentes efectos anti-obesidad. Pero la cosa no se queda ahí, sino que este equipo de científicos a cargo del Dr. James Brown ha demostrado que existe una relación significativa entre los niveles de irisina sanguíneos y la longitud de los telómeros celulares (un conocidísimo marcador del envejecimiento). Los telómeros son pequeñas regiones de los extremos de los cromosomas que se van acortando cada vez que las células se dividen. Si estos son muy cortos se relacionan con muchas enfermedades asociadas a la edad (algunos tipos de cáncer, enfermedades cardíacas o neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson). Y, por otro lado, si son largos quiere decir que nuestro organismo es “más joven”.
Para el estudio se usó una población de voluntarios no-obesos, en los que se demostró la relación entre niveles elevados de irisina en sangre con los telómeros más largos, y por tanto una edad biológica menor. En definitiva, a más irisina, más juventud biológica.
Según comenta el Dr. Brown, del Centro de Investigación de Aston para el Envejecimiento Saludable:
“El ejercicio físico es conocido por tener beneficios a largo plazo, desde la protección cardiovascular hasta la disminución de peso. Las investigaciones recientes sugieren que el ejercicio puede proteger a las personas de la decadencia física y mental. Nuestra última investigación ofrece hallazgos sobre un posible vínculo molecular entre una vida activa y un proceso de envejecimiento saludable”
Irremediablemente la secreción de irisina en sangre esta relacionada con el ejercicio físico, por lo que se puede afirmar que el ejercicio es capaz de reprogramar las células grasas para que “quemen” sus almacenes, lo que aumenta el metabolismo, potencia la pérdida de peso, evita diversas enfermedades (como la Diabetes tipo 2) y, finalmente y para nuestra alegría, frena el envejecimiento.
Vía | Springer Link.