Muchas veces, demasiadas veces para ser exactos, confiamos fielmente en nuestra memoria sobre los hechos que hemos vivido hace tan solo unas horas o incluso unos días, aunque desconfiamos de ella cuando han pasado unas semanas. La realidad es, como ya hemos hablado en anteriores artículos, que nuestra memoria es bastante nefasta y rellena los “huecos” con la imaginación. En un principio creemos que controlamos dicha imaginación, pero nada más lejos de la realidad, como bien comenta un reciente estudio.
Según la investigación, llevada a cabo por el Instituto Karolinska de Suecia y publicado en la revista Current Biology, nuestra imaginación sería capaz de afectar incluso a la manera en la que nos relacionamos con nuestro entorno mediante la vista y el oído. Es decir, nuestra imaginación podría modificar nuestros sentidos sin que seamos conscientes de ello, alterando nuestra percepción real por otra imaginaria (nunca mejor dicho).
Así lo comenta Christopher Berger, estudiante de doctorado del Departamento de Neurociencias y autor principal de este estudio:
“A menudo pensamos que las cosas que imaginamos y las cosas que percibimos son claramente diferentes, Sin embargo, según los resultados de nuestro estudio, la realidad es que nuestra imaginación puede tergiversar lo que oímos y lo que vemos, cambiando así la forma en la que percibimos el mundo que nos rodea. Específicamente, hemos encontrado que lo que imaginamos oir puede incluso cambiar lo que vemos, y lo que imaginamos ver puede cambiar incluso lo que escuchamos”
Para llegar a estos resultados, durante el estudio se realizaron una serie de experimentos con 96 voluntarios sanos, donde se usaron ilusiones en las que la información sensorial cambiaba de sentidos o distorsionaba la percepción de la vista o del oído:
- En el primer experimento, los participantes experimentaron la ilusión de que dos objetos chocaban, cuando realmente ambos objetos acababan uniendose, pero imaginaron el sonido del choque igualmente.
- En un segundo experimento hubo una ilusión sonora que conllevaba que los participantes imaginaran la aparición breve de un círculo blanco.
- En un tercer experimento, se alteró la percepción de los participantes respecto a lo que les decía una persona para que imaginaran un sonido en particular.
Según los científicos los resultados de este estudio pueden ser útiles para llegar a comprender como trabaja nuestro cerebro, y que mecanismos se ponen en marcha para poder distinguir entre pensamiento y realidad, tanto en individuos sanos como en enfermos mentales como los pacientes que sufren esquizofrenia.
Así concluye el estudio Henrik Ehrsson, otro de los autores del estudio:
“Esta es la primera serie de experimentos para establecer definitivamente que las señales sensoriales generadas por la imaginación son suficientemente fuertes como para cambiar la percepción que tenemos del mundo real”
Vía | PsyPost.