A pesar del esfuerzo que hacen muchas escuelas por enseñar valores a sus alumnos aparte de la teoría del currículum, la empatía y la amabilidad no son rival frente a las matemáticas o la literatura en cuanto a relevancia académica. Sin embargo, un estudio publicado en Noviembre por el American Journal of Public Health sugiere que las habilidades socio-emocionales son un factor clave para el rendimiento académico y contribuyen a evitar problemas serios a largo plazo. Es más, las conclusiones del estudio también indican que la ignorancia de dichas habilidades puede suponer una amenaza para la salud pública y la seguridad ciudadana. Pero, ¿hasta qué punto están respaldados estos datos?
Evidencia científica en estudios longitudinales
En otro estudio, investigadores de las universidades de Penn State y Duke analizaron los ingresos económicos de una base de datos de un proyecto longitudinal. Se trataba de 753 estudiantes de bajo nivel económico y sus datos fueron registrados desde preescolar hasta la edad de 25 años. Los investigadores comprobaron que si un niño de preescolar había sido calificado como “altamente prosocial” por su maestra, dando a entender que cooperaba con sus compañeros y entendía los sentimientos de los demás, ese estudiante tenía mayores probabilidades de terminar la secundaria y estudios de enseñanza superior, además de contar con un trabajo estable. Es más, aquellos niños y niñas “altamente prosociales” tenían menos probabilidad de recibir asistencia social, de conflictos con la ley, de adicción al alcohol y las drogas, y menor probabilidad de tener que utilizar medicación por problemas de salud mental. Estos resultados se mantuvieron una vez controladas las variables de sexo, raza, estatus socieconómico y la calidad del vecindario donde vivían, entre otros factores.
Las conclusiones de este estudio encajan con las de otras investigaciones que destacan los profundos y variados beneficios de la enseñanza de habilidades emocionales y sociales en estudiantes. Por ejemplo, un estudio publicado en el Journal of Happiness Studies encontró que los sentimientos de conexión social en la infancia tienen una mayor correlación con la felicidad adulta que el éxito académico. Otro estudio publicado en Child Development demostró que aquellos niños y niñas que participaron en programas de aprendizaje emocional sacan mejores notas.
Conclusiones sobre la amabilidad
Volviendo a las emociones y el comportamiento prosocial, los investigadores afirman que sus resultados son un claro indicador de la necesidad de otorgarle más valor al aprendizaje de habilidad sociales y emocionales en los más pequeños. De hecho, los propios autores afirman que dichas habilidades son maleables y pueden ser mejoradas con la práctica, traduciéndose en resultados significativos y duraderos. En sus propias palabras, “la mejora de estas habilidades puede tener impacto en múltiples áreas y, por lo tanto, tienen el potencial para afectar de manera positiva tanto a personas como a la salud pública de una comunidad.”
Así que ya saben, un reto para el 2016 es lograr que la transmisión de valores como la amabilidad, la compasión y la empatía equipare en esfuerzo a las horas de estudio que dedican nuestros hijos dentro y fuera de la escuela.
Fuente: Greater Good Research Center