Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de East Anglia (Reino Unido) ha comprobado la relación que existe entre los telómeros y la longevidad en un grupo de aves de las islas Seychelles. El proyecto ha durado 20 años y ha sido publicado en la revista Molecular Ecology destacando que la edad biológica y la esperanza de vida se pueden predecir mediante la medición del ADN del individuo.
¿Qué son los telómeros?
Para entender lo que significa este hallazgo antes debemos explicar qué son los telómeros. Cuando el ADN se condensa al máximo formando los cromosomas los extremos de los brazos de cada cromosoma se hayan protegidos por una región: los telómeros (en la imagen, pintado en rojo). Aquí, el ADN está formado por una simple secuencia de bases no codificantes que contiene grupos de Guaninas (en humanos esta secuencia en concreto es TTAGGG) que se repite hasta miles de veces. La función de estas secuencias repetidas en tándem y, en consecuencia, de los telómeros es la protección del ADN durante la replicación, para que no se pierda ningún fragmento génico de información. También evitan que las células se repliquen fuera de control, volviéndose así cancerosas.
Con el tiempo, los telómeros se van acortando y las células quedan en un estadio de la división celular en la que ya no pueden dividirse, quedando acumuladas en los tejidos, lo que hace que los tejidos vayan envejeciendo hasta la muerte.
La investigación
El estudio es el primero que mide la longitud de los telómeros a través de toda la vida de los individuos en una población salvaje. Las aves estudiadas diferían mucho en cómo los telómeros se iban acortando con la edad y vieron que los individuos con los telómeros más cortos a cualquier edad estaban asociados con un mayor riesgo de muerte. De esta investigación se concluye que la longitud de los telómeros es un indicador de la esperanza de vida mejor que la edad real y puede ser, por tanto, un indicador de la edad biológica.
Las aves escogidas para el estudio, las currucas de las Seychelles (Sylvia spp.), fueron las ideales porque se desarrollan en un entorno totalmente salvaje, sin depredadores y en las que se podía hacer un seguimiento completo desde el nacimiento hasta la muerte. Los investigadores encontraron que los telómeros cortos o los que se iban acortando rápidamente eran un buen indicador de que el ave iba a morir dentro de un año. También encontraron que la velocidad a la que se acortan los telómeros es diferente entre individuos ya que cada ave está sometida a unas características ambientales y a unos tipos de estrés distintos.
Según el investigador principal, el Dr. David S Richardson:
“El estudio de los telómeros en humanos sería algo muy complicado. Por un lado, porque se necesitaría mucho tiempo para estudiar una vida humana al completo y, por otro lado, los humanos estamos influidos por muchas enfermedades y el estudio ya no sería natural”
Lo que sí se sabe es que las sustancias oxidantes atacan a los telómeros. Sustancias como el tabaco, alimentos no saludables y llevar al cuerpo a extremos límite de estrés mental y físico acortan nuestros telómeros.
Sinceramente, espero que el tiempo no sea un impedimento para seguir estudiando sobre esto en humanos porque es realmente interesante. Es cierto que estamos bajo la influencia de muchos tipos de elementos ambientales muy distintos en las distintas poblaciones. Ojalá se pudiera realizar una metodología semejante y aplicable al ser humano porque estoy segura de que mucha gente querría saber cuánto tiempo va a vivir.
Fuente: University of East Anglia