Un nuevo estudio con importante participación española contradice lo que la mayoría de los científicos pensaban sobre la consolidación de la memoria a largo plazo: este tipo de memoria se localiza en la corteza motora en lugar del hipocampo.
Que el cerebro sigue siendo un gran desconocido no es ninguna novedad. Es un hecho que podemos comprobar cuando tratamos de explicar procesos que aparentemente nos parecen triviales pero que realmente esconden un entresijo de mecanismos cerebrales tan complejos que evitan su entendimiento.
Un total de cien mil millones de neuronas trabajando aparentemente en completa armonía conforman nuestra interacción con el mundo. Es tal la complejidad, que para comparar esa escalofriante cifra tenemos que recurrir a los números que nos aporta el Universo: hay tantas neuronas en nuestro cerebro como galaxias en el Universo.
Con el objetivo de desenmarañar poco a poco los procesos que ocurren en el cerebro, se ha realizado un nuevo estudio, publicado en Nature Communications y dirigido por José María Delgado García de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla y Mazahir T. Hasan del Max Planck Institute for Medical Research (Heidelberg, Alemania), que ha investigado sobre determinados tipos de aprendizaje.
En una primera serie de experimentos, se entrenaron ratones de laboratorio para que cerraran los párpados cuando escucharan un débil sonido que indicaba un inminente soplo de aire en la cara. Se vio que aquellos ratones en los que se bloqueaba la comunicación entre las neuronas de la corteza motora, no eran capaces de aprender ese patrón de conducta.
Se había asumido por gran parte de la comunidad científica que este tipo de memoria, concretamente la memoria de asociaciones espaciales, era llevado a cabo por una región arcaica del cerebro denominada hipocampo. No obstante, para sorpresa de todos, es la corteza motora la responsable de este aprendizaje.
Pero la corteza motora no se encuentra únicamente relacionada con este tipo de aprendizaje, sino con otros mucho más sofisticados como la capacidad de asociar una palanca con la consecución de una bolita de alimento. De nuevo, se concluyó que cuando se impedía el impulso nervioso de las neuronas de la corteza motora, estos aprendizajes complejos no se llevaban a cabo.
Para bloquear la conducción del impulso nervioso por estas regiones del cerebro, los científicos inhibieron un tipo de receptores denominados NMDA donde actúa el neurotransmisor excitatorio glutamato. Dicho en otras palabras, se bloqueó la acción de esta molécula que favorece la conducción del impulso nervioso. Se observó que cuando este neurotransmisor se inhibía, estos aprendizajes no se adquirieron como sí ocurrió en aquellos ratones en los que esta vía no se bloqueó.
Como bien comentan los autores del estudio, este trabajo supone un gran avance en el entendimiento de los procesos que ocurren en el cerebro durante el aprendizaje y la consolidación de la memoria. Un profundo conocimiento de estos mecanismos ayudarán a desarrollar nuevas técnicas diagnósticas y terapéuticas relacionadas con diversas enfermedades, como es el caso de la enfermedad de Alzheimer u otras demencias, donde estas regiones cerebrales cobran una gran importancia.
Fuente: SINC