A la mayoría de gente que hace ejercicio le gusta escuchar música mientras lo hace. Hay quien opina que no es del todo recomendable, sino que hay que “escuchar a nuestro cuerpo” pero lo cierto es que la música está “ligada” al ejercicio físico, motivo por el cual la mayoría de gimnasios tienen un hilo musical de fondo.
Se sabe que escuchar música de ciertos ritmos aumenta nuestro rendimiento, pero lo cierto es que hay pocos estudios neurocientíficos sobre la causa de este aumento. Los desarrolladores de la aplicación de móvil para correr llamada Zombies, Run! (cuya reseña puedes encontrar en EAL) aprovecharon los datos de velocidad de sus corredores y las canciones que escuchaban en ese momento para comprobar si existía una música ideal para salir a correr. Descubrieron que las canciones que suenan a 140 pulsaciones por minuto aumentan la velocidad del corredor, e incluso crearon una lista de reproducción con las canciones que obtuvieron las mejores puntuaciones. Como curiosidad la primera de la lista es esta:
Los científicos creían que el motivo del aumento del rendimiento según la música reside en la distracción. Si estamos concentrados en la música evitamos sentir el estado de cansancio al que se somete a nuestro cuerpo, aumentando nuestros límites de resistencia. Pero esta teoría está siendo replanteada por varios motivos: si únicamente es una distracción: ¿por qué ciertos ritmos funcionan mejor para ciertos deportes? ¿No debería aumentar el rendimiento tanto una canción lenta como una rápida?
El investigador Tom Fritz del Instituto Max Planck ha desarrollado un experimento para saber más sobre la relación entre música y rendimiento. Para ello hizo que varios voluntarios corrieran en una cinta estática conectados a diferentes sensores que median la posición de los músculos, la velocidad del individuo y su nivel de sudor. Los voluntarios podían correr en tres situaciones diferentes: con música de fondo, con música únicamente en el momento de correr o emitiendo ellos la música a la vez que corrían (cantar el estribillo o dar palmadas en ciertos momentos de la canción. Comprobaron que la velocidad aumentaba en el grupo que interaccionaba con la música.
Inicialmente esto daría validez a la teoría inicial de la autodistracción, ya que interaccionar con la canción requiere mayor concentración, sin embargo, hallaron otro factor importante: el grupo que interaccionaba con la música coordinaba con mayor eficacia los músculos de su cuerpo y se movían de manera más precisa.
Quizás la causa real del aumento del rendimiento no sea únicamente una cuestión de distracción, sino que nos ayude a mantener un ritmo de forma precisa que nos ayude a consumir menos energía en ciertos deportes “rítmicos”, como el atletismo.
Que la interacción con la música aumente el rendimiento ya es conocido desde antiguo. No hay más que pensar en las galeras de esclavos, a en los que se les marcaba el ritmo de las remadas con un tambor. Incluso existen estilos musicales marcados por el ritmo del ejercicio físico. El Blues y el Góspel son estilos musicales cantados por gente esclava durante el “ejercicio físico” al que se veían obligados. Pican piedras y cantan, recogen cosechas y cantan. El estilo musical se ha creado durante el “ejercicio” y el ritmo encaja perfectamente con una jornada de trabajo.
De igual manera, las marchas militares se caracterizan por tener solo dos compases, frente a los típicos cuatro, lo que les ayuda a marcar el ritmo del paso durante los desfiles. Parece que la música puede ser el dopaje más barato que tenemos en nuestro arsenal.
Fuente | Science Daily