La obesidad, ¿una enfermedad normalizada?

diabetes y obesidad

La obesidad, como hemos repetido en muchas ocasiones, es el gran mal de nuestro siglo. Por su parte, hace casi 30 años que existen quejas que recaen sobre el mundo de la moda por el uso de modelos extremadamente delgadas, o por las alteraciones del tallaje de la propia ropa, pues esta misma semana se ha desatado una campaña viral afirmando que lo que hace 3 años era una talla 36 ahora se pinta como una 42 (una alteración de la realidad en toda regla).

Los trastornos de la alimentación en este ámbito, la búsqueda enfermiza de la delgadez, siguen siendo un gran problema en el mundo occidental. Sin embargo, si nos fijamos objetivamente, el problema real no es ese. El problema real es la obesidad, pues hasta un tercio de la población es obesa y esto arrastra otros factores colaterales (hipertensión, diabetes, dolor de articulaciones, disminución de la esperanza de vida…). Ni la extrema delgadez, ni la obesidad. Ambos son graves problemas, pero la segunda está ganando por goleada mientras vemos como millones de individuos sufren desnutrición en los países del llamado “Tercer Mundo”.

Por ello, la duda es: ¿Estamos normalizando la obesidad, y dejando de verla como realmente es, una enfermedad?

La obesidad NO es saludable, ni es algo “normal”

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Aunque en algunos momentos nos hemos preguntado si existe una obesidad saludable, la realidad es que esto es una panacea inexistente. Anteriores estudios llamaban así a la obesidad sin factores de riesgo metabólicos, pero esto dio tendencia a pensar que sí era posible ser obeso y saludable a la vez, algo irreal, pues a largo plazo siempre hay factores de riesgo metabólicos y cardíacos añadidos.

Por su parte, la obesidad infantil no hace más que aumentar, y los padres no se dan cuenta de que sus propios hijos la padecen. Y no solo eso, sino que nuestra percepción de la realidad llega a tal error que muchas veces confundimos sobrepeso o “kilitos de más” con obesidad, creyendo que estamos ante lo primero cuando realmente nos encontramos con una obesidad clínica con muchas consecuencias más que algún kilo de más.

Según diabetes.co.uk, la obesidad también sería uno de los grandes orígenes de la diabetes tipo 2, pues representaría entre el 80-85% del riesgo de desarrollar esta enfermedad. Por otro lado, investigaciones recientes afirman que la obesidad (IMC mayor a 30) provoca un riesgo de hasta 80 veces mayor de desarrollar diabetes tipo 2 que aquellos individuos con un IMC menor a 22.

Actualmente, y de forma progresiva, estamos convirtiendo sin querer a la obesidad en algo “normal”, es una llamada “variable de la normalidad”, ya que cada vez existen más individuos con sobrepeso u obesidad que incluso llevamos a verlo como algo totalmente normal, pues nos lo encontramos día a día. Sin embargo, esto es un error. La obesidad es una enfermedad, que puede incluso aumentar el riesgo de diversos tipos de cánceres. Y no estamos hablando de que la “normalidad” deba ser la extrema delgadez, sino que lo ideal es no superar un IMC de 25, tengamos el cuerpo que tengamos. Normalizar algo que no debería verse como tal implica que cada vez aumentará la tendencia a dicha “normalidad”, es decir, que la obesidad aumentará todavía más, y sus respectivas consecuencias también.

Los cambios de comportamiento frente a la obesidad

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Actualmente la gente cambia su percepción y comportamiento frente a la obesidad tras sufrir eventos traumáticos, como sufrir un infarto o ser diagnosticados de diabetes, entre otros. Dichos eventos provocan que se den cuenta de que hay algo que no funciona, y que una dieta saludable es más importante de lo que pueda parecernos. No hablamos de estética, sino de salud.

Lo malo es que es posible que estemos haciendo un mundo demasiado “amigable” para la obesidad, con tal de no bajar la autoestima a aquellos que la sufren o impedir que sean estigmatizados. La realidad es que no, esto no debería suceder, ninguna de ambas cosas. No hay que normalizar la obesidad, pero tampoco perseguir y crucificar a aquellos que la sufren, sino más bien ayudarlos. Y repito, por salud.

Alterar el tallaje de la ropa, por ejemplo, no es una buena idea. En el caso comentado al principio se busca normalizar la extrema delgadez y eso es un error. Y el caso contrario, buscar tallas cada vez más y más grandes, ensanchar los asientos de los transportes públicos o crear ascensores a proposito para individuos obesos tampoco es una opción. Ni un extremo, ni otro, pues existe un amplio termino medio de peso saludable sin llegar ni a esta extrema delgadez ni tampoco a la obesidad que esta sufriendo gran parte del planeta.

Para finalizar, recordemos todos los problemas que puede acarrear la obesidad, ya lejos de la estética o autoestima en los que puede influir (para mal) la moda actual:

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