Hace unas semanas os hablé sobre de los “superpoderes” de la vitamina C como tratamiento contra la temida tuberculosis. Evidentemente si los nuevos y sucesivos estudios confirman este beneficio, podría ser un gran avance, pues hablamos de la enfermedad infecciosa más diseminada de todo el mundo (un 33% de la población mundial se encuentra infectada por tuberculosis). Pero, como ya sabréis, siempre se ha dicho que la vitamina C es buena para los resfriados, ¿no? Pues puede que incluso sea buena como tratamiento del asma, otra de las enfermedades respiratorias más conocidas (sobre todo por ser la enfermedad crónica que más afecta a los niños).
Según una investigación realizada en Suiza, a cargo del Dr. Harri Hemila, y publicada en el British Medical Journal, la vitamina C reduce la disminución del VEF1 en más del 50 por ciento después de una prueba de esfuerzo (la dificultad respiratoria disminuye gracias a la vitamina).
Los síntomas del asma producida por el esfuerzo incluyen la dificultad para respirar, la tos, y las sibilancias (los llamados “pitos” cuando se escuchan los pulmones del enfermo). Alrededor de un 10% de la población sufre este tipo de estrechamiento de los bronquios tras el ejercicio, y cerca de la mitad de los atletas de elite de deportes de invierno también están afectados.
Como comentaba antes, estudios anteriores ya habían encontrado que la vitamina C puede reducir el riesgo de padecer un resfriado común en aquellas personas que realizan gran actividad física o se someten a mucho estrés (ahora mismo me planteo que debería haber consumido más kiwis y naranjas durante las épocas de exámenes). Por ello, se ha intentado relacionar estos beneficios con la broncoconstricción (el fenómeno de estrechamiento de los bronquios durante el asma, que provocará una dificultad respiratoria como consecuencia).
Así pues, tras tres ensayos clínicos aleatorios, los resultados fueron bastante positivos.
Puede que a partir de ahora debamos plantearnos el uso de la vitamina C en más aspectos que el conocido antioxidante o la protección contra posibles (y muy probables, en invierno) resfriados, ¿no creéis?
Vía | Medical News Today.