En algunas culturas, poner nombre a las cosas era sinónimo de posesión. A día de hoy, parte de ese significado está implícito en nuestra cultura hasta el punto de gente que llega a poner nombres a sus órganos sexuales juguetes y objetos más preciados. Sin embargo, las personas normales estamos limitados a nombrar objetos terrestres, al menos hasta ahora. La ESA ha lanzado un concurso para que un afortunado ganador pueda poner el nombre que quiera al cometa que ahora mismo estudia Rosetta.
Ya hemos hablado aquí de fenómenos astronómicos que dan lugar a supersticiones o muestras divinas. Uno de estos fenómenos, con anécdotas históricas cuando menos dantescas y sobrecogedoras, es el paso de un cometa. Hasta hace menos de lo que nos gustaría a los seres racionales la explicación de estos cuerpos estelares atendía a razones de brujería, castigos divinos, etc… Pero como eso ya no mola, la ESA ha ido más allá de las teorías y estudios terrestres y decidieron mandar un satélite a explorar uno de estos cometas.
El cometa elegido fue 67P/Churyumov–Gerasimenko que aunque tiene un nombre único, es muy largo, aburrido y feo. Esto no impide mandar naves así que la ESA ha pasado un poco de cambiar el nombre hasta ahora. Con el éxito que está teniendo la misión y antes de que empiecen a salir los datos publicados, la agencia europea ha tomado la decisión de darle un nombre más atractivo a la zona de aterrizaje de forma que en los artículos que se publiquen quede todo más literario.
Los físicos, y en concreto los astrónomos, tienen fama de ser bastante cachondos a la hora de poner nombres, pero también bastante “frikis“. Así que, qué mejor forma de publicitar su última misión y conseguir visibilidad en internet que dejar que seamos nosotros, el resto de mortales, los que pongamos nombre al cometa. ¡Y nosotros encantados!
Lo cierto es que soy bastante fan de este tipo de iniciativas que involucran a todo el mundo en los proyectos de investigación más punteros, aunque sea en algo tan baladí como poner nombre a algo que ya lo tiene. El hecho es que las normas de participación son sencillas ya que solamente tienes que proponer un nombre que sea más de una letra y que no sea un nombre propio (abstenerse ególatras y cursis ennoviados) y tener suerte para ser el elegido.
El nombre escogido al final ha sido Agilika, entre todos los participantes. No sé qué opinión tendréis al respecto pero a mi no me disgusta en absoluto.
Fuente: ESA