No es la primera vez que os hablamos del Efecto Placebo, una especie de engaño a nuestro cerebro que hace que sustancias inocuas funcionen como potentes medicamentos, o incluso potenciar los mismos medicamentos reales. De momento aún no acabamos de conocerlo y dominarlo, pero nos ha enseñado mucho sobre la fragilidad de nuestro cerebro y la facilidad para engañarlo (para nuestro bien, claro). Aún así, con lo poco que sabemos, es posible que podamos usar este efecto psicológico en nuestro favor de forma más o menos consciente, ya que no solo consiste en hacernos creer que una sustancia es un poderoso medicamento, sino que podemos transformar nuestra mente en algo mucho más productivo.
Los estudiantes que pensaban que habían dormido bien tenían mejores resultados
Un ejemplo de este efecto se publicó en el Journal of Experimental Psychology. En el estudio participaron 164 estudiantes de la Universidad de Colorado, conectados a equipos que supuestamente mostraban la cantidad de tiempo que habían permanecido en la fase REM del sueño, en la cual se descansa más (pero atentos, porque la máquina no hacia nada realmente).
A un grupo de estudiantes se les dijo que habían dormido por encima de la media, y al otro que habían dormido por debajo de la media. Posteriormente se les hizo un examen. Curiosamente, independientemente de lo que realmente hubieran dormido, lo que se les había dicho era lo importante. Aquellos que creían haber dormido más tenían mejores resultados que los que creían haber dormido peor. Por eso se afirmó en este estudio que los placebos también funcionan, en gran parte, cuando son dados por “figuras de autoridad“. Pero, OJO, porque nosotros también podemos engañarnos a nosotros mismos mediante ese Efecto Placebo.
Las 3 maneras para usar el Efecto Placebo en tu favor
1. Ser más productivo
En el caso de los estudiantes del experimento, estos pensaban que habían dormido bien y más tiempo, y eso les hacía sentirse más productivos y eficaces al día siguiente. No es algo común tener una máquina casera que nos diga cuanto hemos dormido, pero tampoco nos hace falta. No es necesario que registremos 8 horas de sueño, sino centrarnos en la hora a la que nos acostamos.
Basta con decirnos a nosotros mismos que ha sido suficiente, que hemos descansado correctamente. Si en lugar de quejarnos gastamos nuestros pensamientos en ello, nuestra mente acabará creyéndolo, y seremos más productivos de verdad. Probadlo.
2. Estar más en forma
Según un estudio bastante poco usual, aquellas personas a las que se les dice que hacen suficiente ejercicio en su vida diaria, al final acaban siendo más saludables sin aumentar ni un ápice su actividad. En el caso del estudio esto se les dijo a unas camareras de hotel, las cuales acabaron perdiendo un kilo en un mes, redujeron su presión arterial y mejoraron su porcentaje de grasa corporal sin hacer más actividad de la que hacían comúnmente en su trabajo.
Esto ya puede hacer que nos olvidemos de excusas y, si no tenemos unas horas determinadas para realizar ejercicio, podemos beneficiarnos de hacer tareas cotidianas como limpiar, subir escaleras o simplemente jugar o pasear a nuestra mascota. Si nos decimos a nosotros mismos que eso ayudará a nuestra salud, realmente acabará teniendo cierto efecto.
3. Sentirte más feliz
Como bien comenta Kristi Erdal, autora del estudio del sueño y el Efecto Placebo que os hemos comentado
“Pensar positivamente es una extensión del Efecto Placebo, y se relaciona con una gran cantidad de buenos resultados en salud”
Por tanto, el simple hecho de practicar el optimismo ya tiene un grandísimo poder para hacernos sentir mejor en nuestra vida diaria. Un ejemplo que nos puede ayudar es reunir fotos de cosas que nos hagan sentirnos más felices, como por ejemplo paisajes de nuestro lugar de vacaciones soñado justo al lado de nuestro espejo, o de protector de pantalla de alguno de nuestros dispositivos. Al verlos varias veces al día subirá nuestro animo, nos sentiremos más positivos y por tanto más felices. Probadlo también.
Vía | Health.