Para ponernos un poco en materia, la Guerra Civil americana o Guerra de Secesión sucedió entre 1860 y 1865 entre el norte (yankies) y el sur (sureños) de los Estados Unidos. Una vez posicionados en los datos históricos, vayamos a lo nuestro, que son los avances médicos durante esta época de guerra y como han repercutido en la actualidad.
Salvar de la infección con la amputación:
La técnica antigua de usar TLC (con ayuda de “ratas de limpieza” y gusanos) no daba muy buenos resultados. Así que se optó por la amputación del miembro afectado para evitar las infecciones. Uno de los primeros en salvarse con la “técnica de la sierra” fue el comandante Daniel E. Sickles, en 1863, cuando su pierna derecha fue destrozada por un proyectil en la batalla de Gettysburg y se le amputó la pierna hasta la rodilla. Este hecho fue publicado en la prensa militar y fue el primero de muchos.
Esta técnica, la amputación, ha sido la que más vidas ha salvado durante la guerra al evitar las infecciones y complicaciones posteriores. Al final solo se perdían el 25% de los pacientes militares en condiciones deplorables (comparado con el 75% que se perdían entre los civiles). Siempre se cortaba por fuera de las articulaciones como normal.
Anestesia inhalada:
Justamente en el mismo año que sucedió la amputación del comandante Sickles, 1863, el cirujano de Stonewall Jackson le recomendó amputarse su brazo izquierdo, gravemente afectado por fuego amigo. Así que Jackson cogió un trapo empapado con cloroformo, se lo colocó en la nariz y con gran dolor murmuró: “¡Qué bendición infinita!”, antes de quedarse sin brazo.
La parte mala era que el cloroformo era escaso, y el ejército confederado tuvo momentos de dificultad por los bloqueos del Norte en cuanto a adquirir anestesia. Como el método del pañuelo empapado desperdiciaba líquido por evaporación, el Dr. Julian John Chisolm resolvió el problema inventando el inhalador, de 2,5 pulgadas. Con esto se requería mucho menos cloroformo (unas 16 veces menos cantidad) y, por tanto, se aprovechaba mucho mejor el suministro, que era escaso de por si.
Evitar el colapso pulmonar:
En la primera parte de esta guerra, el asistente de un cirujano, Benjamin Howard, fue trasladado a la segunda línea de batalla con el trabajo médico más duro: cambios de vendaje, sutura de heridas y papeleo. Pero, aunque los demás cirujanos habían decidido que tratar las heridas del pecho no tenía sentido, Howard experimento con un nuevo procedimiento.
Por aquella época, una herida en el pecho con succión era una muerte segura. El problema no era la herida, sino la succión, ya que el tórax tenía presión negativa al abrirse la cavidad, lo que provocaba el colapso de los pulmones y, finalmente la asfixia. Pero Howard probó a cerrar las heridas con suturas metálicas junto a capas alternas de fibra de algodón o vendas de nilo y unas gotas de colodión (una solución que creaba una película adhesiva al secarse). Creó así un sello hermético, que se convirtió en el tratamiento estándar para estas situaciones.
Reconstrucción facial:
Aunque actualmente ya hemos llegado al trasplante completo de cara, por algo había que empezar, y se empezó justamente aquí, en la guerra, en 1862, gracias a un cirujano del Hospital de la Ciudad de Nueva York, Gurdon Buck. El paciente se llamaba Carleton Burgan, había sobrevivido a una neumonía, pero tomaba píldoras de mercurio contra la gangrena, que se extendió rápidamente a su boca, ojo y su pómulo derecho.
Gracias a este cirujano pionero, se le relleno el hueso que faltaba con aparatos dentales y faciales, haciendo que su cara recuperara la forma. Buck es considerado hoy en día el padre de la cirugía plástica moderna, y durante la guerra, junto a otros cirujanos, completo 32 operaciones de cirugía plástica a los soldados desfigurados.
Las ambulancias de urgencias:
La Unión (el ejercito del norte o yankies) entraron en la Primera Batalla de Bull Run el 21 de julio de 1861 como si fuera una escaramuza, pero acabo en una guerra, donde 1.011 soldados resultaron heridos. Los conductores civiles no estaban entrenados para llevar ambulancias, y muchos soldados murieron sin ser evacuados.
Así, Jonathan Letterman, director médico del Ejército del Potomac, puso en práctica un sistema para evacuar y atender a los heridos, convirtiendo este modelo de sistema de ambulancias en lo que ya conocemos en la actualidad. Por ejemplo, en la batalla de Antietam (17 de septiembre de 1862), hubo 2.108 soldados muertos y 10.000 heridos. Letterman dispuso caravanas de 50 ambulancias, cada una con un conductor y dos camilleros. Contrató vagones privados para llevar material médico y eludir así el ataque enemigo en las líneas de ferrocarril. Incluso ideo una caja de seguridad para evitar los robos por parte de los soldados de materiales que servirían para los heridos.
Como veis, en tiempo de guerra hay que ser muy imaginativo, y sobre todo muy rápido. Muchos avances que disfrutamos actualmente se los debemos a las fuerzas militares, como estos que os acabo de contar. Pero, sin ir más lejos, ¿sabíais que Internet, en un principio, era solo un sistema de comunicación militar privado? Y ahora lo usáis para estar leyendo esto… Curioso, ¿no?
Vía: Mental Floss.